El gobierno húngaro se reúne hoy con el pleno de la Comisión Europea para estudiar el programa de trabajo de la presidencia semestral de la UE. Se debería hablar de crecimiento económico, empleo e inclusión social, pero la llamada ley mordaza, aprobada por el Parlamento de Budapest, centrará el primer debate. «Es un mal comienzo... Hubiéramos querido empezar de otra manera», ha reconocido el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
Orban ha defendido su polémica Ley de Medios y ha rechazado la principal crítica recibida: que se quiera controlar a la Prensa. En una actitud a la vez desafiante y conciliadora ha afirmado que no puede «imaginar que se diga que hay que cambiar tal o cual aspecto de la ley húngara, mientras que las leyes sobre los medios de otros países, la francesa, alemana u holandesa, permanecen intactas cuando tienen cosas comparables».
El primer ministro húngaro descalificó las reacciones de Francia y Alemania a esa legislación, tachándolas de «prematuras e inútiles». Pero también se mostró dispuesto a aceptar las recomendaciones que se le hagan desde Bruselas. «Naturalmente, Hungría aceptará todo procedimiento que la Unión Europea inicie».
La Comisión ya expresó públicamente sus dudas sobre si la nueva ley se adapta a los principios comunitarios y el presidente Barroso advirtió que «la libertad de prensa es un principio sagrado y un valor fundamental en la Unión Europea».
En su reunión de hoy en Budapest, Barroso dijo que intentará «clarificar la situación y despejar las dudas que puedan existir». El gobierno húngaro ha reconocido que ha sido un «error táctico» aprobar la ley en los días previos al comienzo de la presidencia europea, pero también ha dejado claro que Hungría no aceptará ningún trato discriminatorio y sólo modificará la ley si otros países con legislación similar lo hacen.