La incógnita de la Europa social

La renovación de la Agenda Social Europea definirá el rumbo de Europa

2010 es un año clave para la definición del rumbo de la Unión Europea. Con el tratado de Lisboa ya en vigor, la nueva Comisión ultima los detalles de la Estrategia UE2020, la ruta a seguir para la recuperación y el crecimiento económico sostenible para la próxima década. Los objetivos políticos y económicos ya están casi fijados. Las lagunas ahora están en el destino de la Europa social, la que toca más de cerca a trabajadores y ciudadanos.

Y es que en el Año Europeo contra la pobreza y la exclusión también llega la hora de renovar la Agenda Social. Los retos son muchos. La cohesión de la sociedad europea y la confianza de los ciudadanos hacia las instituciones comunitarias dependerán ahora del camino que se elija. Marc Campdelacreu para euroXpress

Bucarest (Rumania) /Foto:flickr

Uno de los principales valores sobre los que se construye la Unión Europea es el de la solidaridad, la voluntad de mejorar el bienestar de los ciudadanos europeos. La Agenda Social ha sido una de las principales herramientas para lograrlo. Su actuación hasta el momento se ha centrado en promover la creación de puestos de trabajo mejores y más seguros, en la eliminación de desigualdades y discriminaciones o en la lucha por la erradicación de la pobreza. Ahora estas prioridades, así como la Estrategia de Lisboa, deben renovarse y con urgencia. El escenario ha cambiado sustancialmente: Europa vive la recesión más aguda de los últimos tiempos y ello condiciona su futuro.

Un panorama incierto

La Unión Europea tiene competencias limitadas en el terreno de las políticas sociales, pero el trabajo de la Comisión con los Estados miembros ha dado lugar a iniciativas exitosas en el ámbito de la protección social, de la atención sanitaria o de la igualdad. Ahora se trata de ver hacia dónde camina la Unión. El documento base de trabajo sobre la Estrategia UE2020 ha generado ya cierto malestar entre sindicatos, ONGs y movimientos sociales por la falta de compromisos claros en el terreno de la políticas sociales. Un cierto escepticismo ante la sensación de que el avance de la Europa social queda subordinado a la recuperación económica y a la consecución de una Europa más competitiva. Sin duda, las decisiones que tome la Comisión Europea estarán marcadas por la necesidad de salir cuanto antes de la crisis económica, pero el interrogante es saber de qué manera.

¿Se puede crecer económicamente y ser más competitivo sin recortar prestaciones sociales y derechos laborales? Lo plantea, por ejemplo, la Confederación Europea de Sindicatos, que advierte de que para salir de la crisis es necesario mantener la protección social y de que para ser más competitivo y productivo se necesitan empleos de más calidad. En este sentido los sindicatos alertan de que no se puede abrir la puerta a una bajada de salarios o a unas condiciones laborales más precarias para competir con otras economías. En un sentido más amplio, ¿cuál es el margen de mejora de las políticas sociales con la exigencia de austeridad en el gasto público? Ahí estan las ONGSs y los movimientos sociales europeos que defienden que no vale mirar a un crecimiento a corto plazo sino que hay que poner los recursos necesarios para lograr un bienestar a largo plazo, con políticas sociales definidas para la Unión Europea del 2020. La Comisión conoce sus propuestas y ahora llega el momento de conocer su postura con detalle. De momento, plantea que los márgenes presupuetarios son limitados y las únicas inversiones que no se pueden abortar son las que conducen a una economía más innovadora y competitiva.

Nuevos retos para la Agenda Social

Al margen de estos debates, la Unión Europea también ha recibido en las últimas semanas un paquete de recomendaciones para la renovación de la Agenda Social por parte del Comité Económico y Social Europeo. Sus propuestas se centran en la inmigración. El diagnóstico del panorama actual subraya que los inmigrantes están entre los grupos más vulnerables ante la crisis económica: son los que primero pierden su trabajo, los que más dificultades tienen para reincorporarse al mercado laboral y quienes sufren un mayor riesgo de caer en la pobreza. En paralelo, el debate político en algunos Estados ha girado en torno a ataques verbales a los derechos de los inmigrantes. Algunos países han endurecido la legislación. No hace falta ir muy lejos: España o Italia han vivido experiencias de este tipo en los últimos meses, aunque en una medida muy distinta.

El dictámen del Comité Económico y Social (CESE), del que ha sido ponente el español Luis Miguel Pariza Castaños insiste en la necesidad de reforzar la inversión en las políticas públicas de integración en todos las ámbitos y en la progresiva equiparación de derechos. El peligro del aumento de la xenofobia está ya aquí y la cohesión social en todos los países de la Unión Europea puede resentirse si no hay un discurso claro desde las autoridades políticas. Aquí el CESE da un toque de atención a la Comisión Europea: ¿es conveniente que los asuntos de inmigración dependan de la cartera se Seguridad, mientras hay un departamento distinto para Derechos Fundamentales y Justicia? ¿No se está lanzando un mensaje de criminalización de la inmigración? La recuperación económica reactivará la llegada de inmigrantes extracomunitarios y el reto es saber integrarlos a las sociedad europea. Para ello, también es necesaria una estrategia y fondos para financiarla.

La hora de definir

No hay duda de que la Comisión ha hecho en los últimos años un esfuerzo considerable para mejorar la protección social a nivel europeo con la coordinación con los distintos gobiernos ante desafíos como la exclusión social, la pobreza, el envejecimiento de la poblacion o la sanidad. Ahora, cuando las cuentas de los estados no van bien y toca hacer esfuerzos para reflotar la economía comunitaria, urge saber si la Comisión sigue apostando por reforzar sus políticas sociales e invita a los países a seguir invirtiendo en ellas. Desde hace semanas la Comisión avanza las líneas maestras de la Estrategia UE2020 que serán presentadas en los próximos días. En el terreno social, poco se ha concretado, sólo la intención de mejorar el nivel educativo europeo para recortar el paro entre los jóvenes y de reducir el número de personas que se encuentran bajo el umbral de la pobreza. Está claro que más empleo es sinónimo de menos pobreza, pero las políticas de atención al ciudadano son mucho más amplias.

Aún entendiendo que la complejidad ideológica europea dificulta llegar a acuerdos, lo cierto es que parece que el consenso para la nueva estrategia económica de Europa va viento en popa. Mientras, los acuerdos para impulsar una nueva agenda social no viajan a esa velocidad de crucero, o al menos, no es lo que se comunica. Es como si la Europa de las dos velocidades a la que se hace referencia cuando se habla de la voluntad de integración política, tuviera un símil en los distintos ritmos para concretar propuestas en el terreno económico y en el social. Habrá que esperar unos días para saber más de la nueva estrategia y de la nueva agenda. En el fondo, la Unión Europea nos mostrará si lo social y lo económico están en equilibrio o si el primero es el hermano pequeño que avanza en función de las necesidades del mayor. Marc Campdelacreu para euroXpress