GINEBRA, (IPS) - La estrella emergente de los derechos humanos, la educación, ha brillado este miércoles en una película documental impulsada por expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la sociedad civil.
El filme http:// «A Path to Dignity - The Power of Human Rights Education» (Un camino hacia la dignidad - El poder de la educación en derechos humanos), muestra cómo la enseñanza y la formación en la materia favorecen transformaciones drásticas en víctimas y potenciales perpetradores de violaciones y atropellos.
Niños y niñas dalits, «intocables» del sistema hindú de castas de la India, una mujer de Turquía violada desde la adolescencia por prejuicios de género dominantes en su comunidad, y policías del estado de Victoria, en el sur de Australia, cambian radicalmente sus vidas merced a la divulgación de los derechos humanos.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navanethem Pillay, explica al inicio del documental las razones de este auge de la educación. «La realización de los derechos humanos requiere que todos los seres humanos sean conscientes de sus derechos y de los de otras personas y de los medios para asegurar su protección», dice Pillay en una breve aparición.
El director del programa sobre cuestiones de paz de la organización budista japonesa Soka Gakkai International (SGI), Kimiaki Kawai dice que «El mensaje de la película expresa que todo comienza desde una persona singular», «Si esa persona singular, la víctima de la violación, adopta una posición firme, influirá de alguna manera en la sociedad».
El experto de SGI añade que «la educación concede autoridad a la persona, pues le brinda conocimiento, entendimiento, y le permite compartir sabiduría. De esa manera, la persona se fortalece y puede contribuir a la sociedad».
La película ha sido producida por SGI, Human Rights Education Associates y la oficina de la alta comisionada Pillay.
Los niños y niñas dalits recibieron formación de organizaciones no gubernamentales de India, eso les permitió superar algunos de los efectos más degradantes de la discriminación que sufren por el sistema de castas imperante en amplias regiones de India.
La joven mujer del este de Turquía, repudiada por su propia familia, encontró la comprensión y el respaldo de una organización de compatriotas y congéneres, que le permitió liberarse de un matrimonio violento, impuesto por la tradición, y hasta consiguió cambiar su nombre.
Los policías australianos de Victoria obtuvieron educación en derechos humanos de sus superiores y de organizaciones especializadas, que les permitió afrontar eventuales delitos o infracciones con métodos más acordes con el derecho.
«A Path.» amplía nuestra esperanza en seguir profundizando en la enseñanza de los derechos humanos, nos dijo el representante de Costa Rica ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, embajador Christian Guillermet-Fernández.
En el estreno de la película, en el Palacio de las Naciones de Ginebra, el diplomático recordó que su país abolió el ejército en la década de 1940 y decidió invertir en educación y salud los recursos que antes destinaba al gasto militar.
Hedwig Jöhl, representante de la Congregación de las Hermanas del Buen Pastor, incidió en que un país sin ejército es un buen ejemplo para la educación en derechos humanos. Para Guillermet-Fernández el documental de 28 minutos, que ha dirigido la cineasta Ellen Bruno, puede tener un gran efecto en el campo de los derechos humanos.
De todos modos, la enseñanza de los derechos humanos aún debe superar muchos desafíos, dice el diplomático costarricense. Necesita innovación y creatividad como esta película. Los gobiernos y la sociedad civil deberán esforzarse para mantenerla en el orden del día de las organizaciones internacionales, tanto del Consejo de Derechos Humanos como de la Asamblea General, dos de los máximos organismos de la ONU. Uno de los mayores desafíos es educar a las autoridades nacionales y a los políticos, advierte Guillermet-Fernández.
Kawai aclara que «la educación no es un proceso de transferencia de conocimiento a otras personas». La interacción debe ser el meollo de la educación; implica inspirar a alguien a que piense por sí mismo y crezca. «De esa manera también me influirá a mí».
Refiriéndose al caso de la joven mujer turca, que expresaba una discrepancia entre las tradiciones y los valores de los derechos humanos, Kawai dice que esa diferencia se puede superar con equilibrio. «Pero al equilibrio se llega a través de conversaciones, no del silencio», aclara. «Así podremos resolver las discrepancias, con diálogo, no con violencia».