Un informe de la ONU sobre el estado de la biodiversidad mundial publicado este lunes 6 llama la atención sobre las metas incumplidas y los obstáculos venideros.
El informe Perspectivas de la Diversidad Mundial 4 (GBO-4, en inglés) reclama el «desmantelamiento de los motores de pérdida de la biodiversidad, que a menudo están incorporados en lo profundo de nuestros sistemas políticos, financieros y en los patrones de producción y consumo».
El GBO-4 se dio a conocer en el contexto de la 12 reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención de la Diversidad Biológica, conocida como COP 12, que ha comenzado este lunes 6 y se desarrolla hasta el 17 de este mes en Pyeongchang, Corea del Sur.
En 2010, sobre la base de la Convención de la Diversidad Biológica, decenas de expertos y activistas reunidos en Nagoya, Japón, redactaron el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020, que incluía 20 puntos conocidos como las Metas de Aichi, que abarcan desde la conservación de la tierra a las prácticas de pesca sostenibles.
Aunque la Asamblea General de la ONU reafirmó esos objetivos y los reiteró una vez más en la Cumbre de la Tierra Río+20, celebrada en Brasil en 2012, los científicos sostienen que las pérdidas continúan superando los avances ya que la tala sigue destruyendo los bosques, la basura aún se vacía en los océanos y los hábitats de los animales caen al paso del desarrollo humano y la industrialización.
El planeta ha perdido un 52 por ciento de su fauna silvestre en los últimos 40 años, la tala ha derribado casi el 17 por ciento de los bosques en el último medio siglo, la población animal de los ecosistemas de agua dulce ha descendido un 75 por ciento desde 1970, y casi el 95 por ciento de los arrecifes de coral padecen la amenaza de la contaminación, el desarrollo costero y la pesca excesiva.
Por ejemplo, según la versión más reciente de Planeta Vivo, un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), los seres humanos «usan los dones de la naturaleza como si tuviéramos más de una Tierra a nuestra disposición».
El índice Planeta Vivo, basado en estudios de más de 10.000 poblaciones representativas de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces, concluye que la explotación de los recursos naturales por el ser humano es responsable de la mayor parte de la pérdida de vida silvestre en las últimas cuatro décadas (37 por ciento), seguido de la degradación del hábitat (31 por ciento), la pérdida de vida (13 por ciento) y el cambio climático (siete por ciento).
El mismo informe revela que los impactos humanos, como el incremento de la contaminación y los proyectos de construcción, son en gran parte responsables de la fuerte caída de la fauna silvestre en los sistemas de agua dulce. Unas 45.000 represas con una altura superior a los 15 metros impiden la libre circulación de algunos de los ríos más importantes del mundo, a un coste enorme para la biodiversidad.
Las poblaciones de animales marinos también se desplomaron en un 40 por ciento. No obstante, el GBO-4 dado a conocer este lunes señala que «más de la mitad de las regiones marinas solo tienen el cinco por ciento de su territorio protegido».
De las cinco metas estratégicas del plan de biodiversidad de hace 10 años, el GBO-4 destaca las amenazas a los recursos naturales que provocan el mayor consumo en todo el planeta (meta 4), la contaminación de los nutrientes que afectan la biodiversidad acuática y terrestre, agravada por la creciente polución de productos químicos, fertilizantes y plásticos (meta 8).
También apunta al riesgo de extinción de aves, mamíferos y anfibios (meta 12), y la falta de capacidad para movilizar a los ciudadanos preocupados en todo el mundo (meta 19). «La cuestión de la agricultura y la seguridad alimentaria es probablemente uno de los mayores desafíos que enfrentamos», aseguró David Ainsworth, funcionario de información de la Secretaría del Convenio de la Diversidad Biológica.
«Como sabemos que habrá un aumento sustancial de la población a finales de la década, que probablemente se acompañe de un cambio en los hábitos alimentarios, tales como el consumo de más carne, es probable que experimentemos una tremenda presión sobre la biodiversidad simplemente en lo que respecta a la... agricultura», nos explicó.
Gran parte de estos problemas se podrían resolver con la alteración de los sistemas de producción alimentaria, la promoción de un modelo diferente a la típica dieta de América del Norte y la lucha contra el desperdicio de alimentos en todas las etapas productivas, añadió.
Asia y Pacífico bajo una enorme presión
Numerosos problemas afectan a la biodiversidad de la región, que tiene una población superior a los 4.200 millones de personas. Según Scott Perkin, jefe del Grupo de Recursos Naturales de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Asia «dio algunos pasos importantes para alcanzar las Metas de Aichi».
«La mayoría de los países de la región revisaron y reforzaron sus estrategias y planes de acción nacionales en materia de biodiversidad (meta 17), y un número importante ratificó el Protocolo de Nagoya (meta 16)», nos indica Perkin en un correo electrónico. Sin embargo, la región en su conjunto sigue con una enorme presión, añade.
«El crecimiento demográfico y el rápido desarrollo económico siguen alimentando la pérdida y degradación de los hábitats naturales, y hará falta un esfuerzo mucho mayor para cumplir con la meta 5 y reducir a la mitad la tasa de pérdida de los bosques y otros hábitats para 2020», subraya.
Indonesia tuvo una tasa de deforestación de un millón de hectáreas al año entre 2000 y 2003, mientras un estudio reciente indica que en 2012 el país despejó 840.000 hectáreas de bosque primario, por encima incluso de Brasil, que taló 460.000 hectáreas ese mismo año.
Según Perkin otro tema clave es el tráfico ilegal de vida silvestre en Asia, lo cual dificultará el logro de la meta 12: la prevención de la extinción de las especies conocidas.
La región de Asia y el Pacífico también ofrece un claro ejemplo de los vínculos entre la diversidad biológica y los beneficios económicos, un punto que también destacó el informe publicado este lunes. Se calcula que la reducción de las tasas de deforestación ha generado un beneficio anual de 183 millones de dólares en servicios de los ecosistemas, según el GBO-4.