China ha subido el impuesto a los tubos de acero europeos que importa de la UE del 9,7 % al 11,1 %, la respuesta de la Comisión Europea ha sido la de interponer una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Japón ha tomado la misma medida hace seis meses.
Se trata de tubos de acero de alta calidad sin soldadura que China necesita para las nuevas centrales eléctricas en construcción que pide su creciente industria. La industria siderúrgica china, la más grande del mundo, no puede producirlos con la calidad necesaria y a un precio competitivo, así que se ve obligada a importarlos de la UE y de Japón.
Pekín, alegando que el precio no es justo ha impuesto aranceles antidumping. «La UE cree que los derechos antidumping son incompatibles con la normativa de la OMC, tanto por el procedimiento como por razones de fondo», ha dicho Bruselas en un comunicado.
Hace seis meses que Japón interpuso una demanda similar. La OMC abre un periodo de consultas que si no llegan a un resultado satisfactorio en un plazo de 60 días tendrá que nombrar un grupo especial para que decida. La OMC puede incluso imponer sanciones.
El problema de los tubos llega en un momento en el que la UE ha diseñado una estrategia especial para apoyar a la industria del acero europea que está luchando contra una caída de la demanda, el aumento de los costes y una competencia feroz de China que fabrica casi la mitad del acero que se produce en el mundo.
No es el único caso, hace unos días la UE ha tomado medidas contra los paneles solares que China vende en la Unión por debajo de su coste de producción y amenaza con abrir una investigación a las empresas de equipos de telecomunicaciones chinas. El gigante asiático ha reaccionado con represalias contra los vinos que importa de Europa, el acero y los productos químicos.
China avisa por medio de la prensa. El Global Times escribe que «China tiene muchas cartas en su mano, entre ellas los bonos y sus inversiones en los países europeos más importantes».
Algo muy parecido a una guerra comercial que salpica a Alemania que prometió al presidente chino intervenir en favor de las buenas relaciones comerciales, o Francia partidaria de sanciones fuertes para defender los intereses de la UE.