Ramos Oliveira era el encargado de comunicación de Pablo de Azcárate, embajador español en Londres, a quien se deben los esfuerzos para ganarse a la opinión pública británica para la causa republicana, por la que el gobierno inglés mostraba una cierta hostilidad. Publicó revistas y libros, organizó exposiciones y desarrolló una intensa labor de agitador cultural con la que consiguió atraerse a toda la izquierda del país.
El libro de Oliveira es uno de los documentos recogidos en «Guerra gráfica. Fotógrafos, artistas y escritores en guerra» de Michel Lefebvre, periodista y escritor, hijo de Mariano Peña Hernando, un combatiente republicano refugiado en Francia tras la guerra civil española. Lefebvre recopiló durante muchos años libros, revistas, documentos, carteles, fotografías de la guerra civil, editados en España y fuera de España, que ahora reúne en esta publicación de gran formato y cuidada edición de Lunwerg.
En el prólogo a «Guerra gráfica. Fotógrafos, artistas y escritores en guerra», Paul Preston define la guerra civil española como una lucha de campesinos sin tierra contra terratenientes ricos, de anticlericales contra católicos, de nacionalistas contra centristas, de obreros contra patronos. Para dar cobertura simbólica a esta visión poliédrica de nuestra guerra civil se produjeron una gran variedad de documentos visuales que, con más de 70 años de perspectiva, revelan la riqueza de una producción de imágenes dirigida a sembrar el ánimo entre los combatientes republicanos, llevar la esperanza a la sufriente sociedad civil y proclamar la fe en la victoria hasta el último momento. El libro se centra casi exclusivamente en la producción del bando republicano, aunque se recogen también algunas muestras publicadas por el bando rebelde.
La fotografía como arma de guerra
La iconografía más divulgada fue la de los fotógrafos que cubrieron el conflicto: los españoles Alfonso Sánchez, Díaz Casariego, Agustí Centelles, Luis Escobar, Benítez Casaux, Hermanos Mayo... y extranjeros como Robert Capa (el mejor fotógrafo de guerra del mundo, según «Picture Post»), David Seymour, que firmaba sus fotos con el seudónimo Chim, Gerda Taro que murió durante la guerra en la batalla de Teruel (a ella está dedicado el libro «Death in the Making», un homenaje emocionado de Capa a su compañera). Y la mexicana Tina Modotti, quien además trabajó para el Socorro Rojo en el Hospital Obrero del barrio madrileño de Cuatro Caminos. Ellos llevaron las imágenes de los frentes de guerra y de los sufrimientos de la población civil (aquí se reproducen numerosas muestras de esta actividad) a las portadas de los principales periódicos europeos y americanos, con las que consiguieron atraer la solidaridad internacional con la República.
La caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937, fue una etapa decisiva en la derrota de la República en el norte de España. Una línea de fortificaciones establecida por el Gobierno vasco -«el cinturón de hierro»- debería asegurar a la ciudad, defendida por los batallones vascos y por las milicias obreras, una protección eficaz. Desgraciadamente, una traición en el campo republicano permitió a los franquistas recuperar los planos de las defensas de la ciudad. Gracias a la ayuda de la aviación alemana, los franquistas pudieron lanzar una ofensiva victoriosa.
La fotografía de la agencia francesa Rol está fechada el 23 de abril de 1937. Su leyenda:«Sigue la guerra civil... El domingo pasado, aviones del ejército de Franco bombardearon la ciudad de Bilbao».
Fotografías como las de los niños muertos en un bombardeo en Getafe conmocionaron a la opinión pública internacional. En Francia la publicación que prestó más atención a la fotografía de guerra fue «Ce Soir», dirigida por el poeta comunista Louis Aragon y fundada por Willi Münzenberg, jefe de propaganda del Comintern. En «Ce Soir» se publicaban casi a diario fotografías de la guerra civil española de Capa, Gerda Taro, Chim y Cartier-Bresson.
Sorprendentemente, estas fotos no eran publicadas entonces por los periódicos españoles. Tampoco las de otros menos conocidos como Hans Namuth, George Reisner, Martin Munkácsi, Otto Ples, el americano James Abbe o el holandés Cas Oorthuis, de quienes se recogen aquí fotografías muy poco conocidas. Por su parte, John Heartfield, Catalá Pic y Josep Sala realizaron grandes obras de fotomontaje. Esteban Vega hizo los del libro «L'Espagne revolutionnaire».
Ilustradores, pintores, dibujantes
En Cataluña, el comisario de propaganda de la Generalitat Jaume Miravitlles consiguió la colaboración de grandes ilustradores como Josep Renau. El cartelismo fue una de las actividades más productivas, con ilustradores como Helios, Jaume Solà, Martí Bas, Carles Fontseré, Lorenzo Goñi, Rafael Tona, Parriego, Lorenzo Goñi, José Bardasano, Vicente Canet.
En cuanto al dibujo, destacaron artistas españoles como José Luis Rey Vila (Sim), Martí Bas o Antoni Clavé. Luis Quintanilla se trasladó a varios frentes de guerra en 1937 para dibujar las obras de su libro «All the brave», con prólogo de Hemingway y textos de Elliot Paul y Jay Allen. Entre los extranjeros, Chas Laborde, con su obra «Julio en España» (1936), el alemán George Grosz y el belga Frans Masereel, quienes publicaron en «Esquire» y en «Clarté», la revista de Roman Rolland. En los campos franceses de refugiados republicanos tras la guerra, destaca la labor de Francisco Parramón.
También hubo pintores que pusieron su arte al servicio de la causa republicana. Además de Picasso, que concibió el Guernica para ayudar a la República (la fotógrafa Dora Maar documentó este trabajo con gran precisión), colaboraron con el bando republicano Joan Miró, André Masson y El Lissitzky.
Periódicos y periodistas
Las organizaciones políticas de izquierda crearon durante la contienda órganos de opinión e información que recogían artísticas ilustraciones. La FAI publicaba «Tierra y libertad», título que recogía su slogan predilecto. Los anarquistas ilustraban sus revistas, como sus carteles y panfletos, con los colores rojo y negro como dominantes. Ilustradores como Baltasar Lobo publicaban sus obras en revistas como «Ruta», «Mujeres libres» o «Aire», donde escribía Rosa Chacel. La edición republicana de «Blanco y Negro» contó con una extensa nómina de ilustradores: Aníbal Tejada, José Dhoy, Cristóbal G., Arcones, Boni Naval, Esplandán, Boué, Pérez Duríaz y Camarero. De la maestría de todos ellos se recogen excelentes ejemplos en este libro.
A España viajaron periodistas de todas las nacionalidades para contar lo que ocurría en el país durante la contienda. Entre los franceses sobresalieron Louis Delaprée, Jean Alloucherie, Andrée Violis. Una de las aportaciones más valiosas fue la del editor Lucien Vogel, director de la revista «Vu». Además de esta publicación pionera en el fotoperiodismo europeo, que dedicó muchos números a reportajes sobre la guerra de España, Vogel editaba también «L'Illustré du Petit Journal» y «A l'ordre du jour», todas ellas con especial atención a la guerra civil española.
En el extranjero se publicaban revistas comprometidas con la causa republicana, como la belga «No Pasarán» (con este título en español) o las norteamericanas «Photo-History» y «The Fight for Peace and Democracy».
Escritores contra el fascismo
Muchos escritores publicaron sus libros después de haber viajado a la España en guerra y ver con sus propios ojos la naturaleza del conflicto. Arthur Koestler, George Orwell, Jef Last... añadieron su visión a las de Hemingway, John Dos Passos y Lillian Hellman. Pablo Neruda ilustró su «España en el corazón» con fotos y fotomontajes de Robert Capa, quien pudo huir de Francia cuando los nazis invadieron París gracias a las gestiones del poetas chileno. Ilya Ehrenburg publicaba sus impresiones sobre la guerra de España en «Regards». Las portadas de las primeras ediciones de sus libros están en las páginas de esta «Guerra gráfica». Fotógrafos y escritores vivieron juntos acontecimientos como la toma de Teruel, donde coincidieron Hemingway, Capa, Mathieu Corman y Herbert Matthews.