¡Oh, no!¡For Gods´s sake! ¡Scheisse! Exclamaciones como éstas y peores, pronunciadas en las diversas lenguas de la UE, se han podido escuchar en los últimos días en los aeropuertos del viejo continente y en los hogares, donde los espectadores de TV asistían asombrados al caos aéreo.
«Ahora que no hay huelga de controladores, de pilotos, del personal de tierra o de los aeromozos y aeromozas, nos llega esto», decían algunos, tirados ante las pantallas muertas de los aeropuertos, donde todos los vuelos aparecían como cancelados.
Y es que a los Poderes les gusta asustar al personal desde los tiempos de Babilonia para sujetar y amaestrar a las peligrosas masas. Una vez es un «bichito». Otra, unos «hilitos como de plastilina». En algunas, un pato mareado que aparece en una zona húmeda de la Rioja. O un cerdo cojitranco en el Yucatán.
En esta ocasión han sido son finísimas partículas de sílice lanzadas al aire por el volcán de nombre impronunciable, salvo que se haya nacido cerca de Reikiawik, que termina en algo así como jökl. Se decía que las cenizas podían bloquear las turbinas de los aviones o reventar las ventanillas.
Ningún país ha lanzado globos aerostáticos para medir la intensidad del peligro. Todo se ha hecho según modelos matemáticos por ordenador. Los satélites meteorológicos no tienen capacidad de analizar la cantidad de ceniza que hay en el aire.
La UE ha tardado de nuevo varios días en reaccionar, en esta ocasión cinco. Cada vez que sucede algo, y tenemos en plena tormenta al euro, con una Grecia que difícilmente va a pagar su deuda y con Portugal y España amenazados, resulta que la UE no es competente en ese tema. Y eso, después de llevar años hablando de Lisboa, y ahora, de la estrategia 20-20, que tiene nombre de corrido mejicano. Estábamos publicando libros sobre los éxitos de la moneda común, porque nos había ayudado a capear el temporal y ahora se pone de manifiesto lo evidente: que no hay coordinación de las políticas fiscales y económicas, por lo que se tendría que haber empezado. Europa está en construcción en todos los campos. Ésta es la cosa.
Enseñanzas de esta crisis: si estaba en proyecto una directiva sobre el espacio aéreo común, este caso no puede más que acelerar los planes de la UE al respecto. Hasta el momento, cada estado es responsable de su espacio aéreo, porque toca temas tan sensibles como los de soberanía y defensa. Eurocontrol, la agencia que coordina los vuelos en el espacio europeo ha sido acusada de hiperreacción. La agencia se ha defendido señalando que la seguridad de los pasajeros era lo primero, pero la IATA ha hablado de «caos europeo».
Segundo: la UE podría mantener el modelo de la tardía videoconferencia celebrada el lunes por los ministros de Transportes para tratar la crisis, con lo que se ahorrarían muchos gastos inútiles y se contribuiría a frenar el cambio climático, con tantos vuelos innecesarios. La videoconferencia tiene la ventaja de poder decirse las cosas a la cara. No es el caso del teléfono, donde podemos asentir a todo mientras hacemos muecas con el rostro.
Tercero: los pasajeros han recuperado, hemos recuperado, las emociones de los viajes del siglo XIX cuando la gente salía, pero no sabía si iba a volver o cuando. Ahora no viajamos, sino que hacemos turismo y está todo demasiado regulado, aunque un retraso, que puede ser de unos minutos, nos altera en exceso y siempre tendremos cerca los micrófonos de las televisiones para lanzar exabruptos y llenar los telediarios.
La parte hilarante de este caos es que viajeros que pagaron unos euros por un vuelo de bajo costo hayan pedido a las compañías que les costearan las pernoctaciones por importe de varios cientos. Las empresas están para ganar dinero, no para formar una ONG del tipo TQVCSAHE (Tengo-que-volar-como-sea-aunque-haya-erupción)
Este fenómeno natural recuerda el impacto que tuvo sobre la civilización occidental el terremoto de Lisboa de 1755, del que hablaron Kant y Voltaire y que influyó en la Ilustración. En este caso no ha habido una sola víctima, aunque los daños puedan haber sumado los 2.000 millones de euros, pero deja de nuevo una enseñanza en esta arrogante era post-post-moderna: los límites de la capacidad humana, puesta en duda por los freakies de Internet o los avances de la medicina. Si la vida nació por accidente en medio de un magma, un caos como el de este volcán, puede acabar de la misma manera, salvo que los curas, incluso los pederastas, sostengan lo contrario. Así de simple.
Al menos, en esta ocasión, nos hemos librado de las «reacciones» o ataques contra el gobierno del PP, un partido cada día menos «popular» según el Economist, que no ahorra tampoco críticas a Zapatero. No han podido encontrar mordiente o puntos de crítica. Será porque están bajos de forma o porque les aprieta el cinturón. Got it? Alonso Mahillo para euroXpress