Algunas voces, si bien es cierto con pocos amplificadores, apuntan a cuestiones más profundas para esta pirueta hacía atrás del PIB alemán. El descenso de las inversiones de las industrias en el país, que han provocado este dato en rojo, estaría relacionado con los cambios normativos en la legislación laboral, según estos analistas. El establecimiento de un salario mínimo nacional, la reducción en la edad de jubilación para algunos trabajadores o un intento para reducir el trabajo temporal (todo ello desde la llegada, el pasado diciembre, de una coalición presidencial formada por el partido de Angela Merkel y la socialdemocracia) han provocado una menor inversión. El año pasado, sólo el 6,2 por ciento del PIB germano se dedicó a la inversión empresarial en maquinaria y equipamientos, la cifra más baja registrada nunca.
Un estudio de la Cámara de Comercio e Industria (DIHK, en sus siglas en alemán), publicado en julio, indica que el país sufre una fractura de la inversión global que alcanza el 3 por ciento del PIB, es decir, 80.000 millones de euros al año. Además subraya que se está invirtiendo un 17 por ciento del PIB, cuando países vecinos como Austria están en el 27 por ciento. «Están todos de fiesta y nadie percibe la amenaza inminente del iceberg». Según recoge el diario portugués Público, Eric Schweitzer, presidente del DIHK, simula la situación con la del archiconocido Titanic. Este periódico también hace referencia como otras de las razones al abandono de la energía nuclear, lo que ha provocado incertidumbre sobre la política energética futura.
«Necesitamos reforzar tanto las inversiones públicas como las privadas en Europa», ha afirmado el ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, en un reciente encuentro con su homólogo francés. Hay más datos que invitan a la incertidumbre: el indicador de confianza económica de Alemania se ha derrumbado por octavo mes consecutivo, atendiendo a datos del Instituto de Investigaciones Económicas. Una desconfianza de la que también habla el último informe mensual del Gobierno de Merkel y que, aunque puede estar también motivada por cuestiones geopolíticas externas, debe mucho a lo que ocurre de puertas hacia dentro.
A pesar de estos síntomas y de una ralentización generalizada de la economía europea, Alemania sigue mostrando números robustos. Mientras que algunos analistas apuntan a que la recesión continuará en el tercer trimestre, la deuda pública total del país ha disminuido y el presupuesto gubernamental de 2015 no incluirá nuevas necesidades de financiación líquida, algo que no sucedía desde 1969.
«En conjunto, el ambiente de la economía ha empeorado de manera patente. Sin embargo, la positiva tendencia básica de la coyuntura económica de la economía alemana sigue manteniéndose intacta», concluye el informe mensual del Ejecutivo germano.