El ministro griego de Finanzas ha llegado a la reunión del Eurogrupo en Bruselas con la confirmación de que llevaba en la cartera los dos acuerdos que le pedían sus socios: uno, entre los partidos que sostienen el gobierno de Atenas para llevar a cabo el enésimo plan de austeridad que le piden la Comisión Europea, el BCE y el FMI; el otro, con la banca internacional para acordar los términos de la condonación del 50% de la deuda griega.
Sin embargo, la credibilidad del gobierno griego, a estas alturas, es poca entre los gobiernos de la eurozona. El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ya decía a la entrada de la reunión de la reunión que «el acuerdo no está listo para tomar una decisión» Poco después, el prudente presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker , se pronunciaba en el mismo sentido y preveía que «no va a haber decisión esta noche... No es un desastre, el debate debe continuar».
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha pedido a Grecia acciones concretas para convencer al resto de países. «Corresponde al Gobierno y al Parlamento griegos convencer a sus socios europeos con acciones concretas, a través de legislación y de otras medidas, de que el segundo programa puede funcionar», ha dicho Rehn. Hasta la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ha dicho que el pacto en Grecia es «muy alentador, pero quedan cosas por hacer».
Según el gobierno griego de unidad nacional, se ha cerrado un acuerdo que incluye el ahorro de 3.000 millones de euros este año mediante la supresión de 15.000 empleos públicos y un recorte del 20% en el salario mínimo. Se ha rechazado la petición de la troika de recortar también las pensiones.