El holandés Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, ha tenido que rendirse ante la preocupación de los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro que no ven con tranquilidad el panorama.
«La mayoría de los ministros han reconocido que la situación no es satisfactoria y que hace falta una intervención política decidida», ha dicho Dijsselbloem al término de la reunión del Eurogrupo. El ministro español de Economía, Luis de Guindos, lo ha expresado con bastante claridad «La zona euro está prácticamente en punto muerto y debemos utilizar todas las palancas disponibles para salir de esa situación».
El ministro español ha hablado de la necesidad de «una política fiscal que favorezca el crecimiento». Aunque para ello deban aflojar en el Pacto de Estabilidad, algo a lo que se resisten para no dar la razón a Francia, que ha decidido incumplirlo, y echarle en cara a Alemania su estricta política de ajuste.
Pero para impulsar el crecimiento no bastan ya las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, hay que hacer algo efectivo que podría comenzar por un pacto de no agresión entre Francia y Alemania.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaueble, se ha mostrado confiado «en que se pueda encontrar una solución en el caso de Francia», pero ha insistido en que «existen unas normas europeas que hay que seguir». Sigue fiel a su idea del equilibrio presupuestario a pesar de que la economía alemana se debilita a ojos vistas y de que en una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) la pasada semana lo criticaron abiertamente por negarse a más inversiones públicas para estimular el crecimiento.
Italia, por su parte, no está muy dispuesta a seguir con los ajustes a machamartillo, Matteo Renzi, ha anunciado que el déficit italiano pasaría del 1,8% del PIB al 2,9 para 2015, rozando el límite del 3 % marcado por la UE.
Por su parte los ministros de Economía de Alemania, Sigmar Gabriel y de Francia Emmanuel Macron, ambos socialdemócratas, han escrito una carta conjunta en la que señalan que la recuperación de la economía europea se está rezagando respecto a otras economías avanzadas con el riesgo consiguiente de una «década perdida» de bajo crecimiento, baja inflación, alta deuda y altas tasas de paro.
Los ministros de la Eurozona miran al Banco Europeo de Inversiones (BEI), como tabla a la que agarrarse. Estudian la forma de que se aceleren las ayudas a los proyectos de infraestructuras del programa Conectar Europa y la posibilidad de que el banco hiciera una ampliación de capital para aumentar su capacidad de financiación.
Le dicen a la Comisión que busque opciones para que el presupuesto de la UE se oriente más hacia el crecimiento y las inversiones y estudie otras posibilidades como los bonos de proyectos. Y confía en la promesa del presidente electo de la Comisión, Jean-Claude Juncker de presentar una iniciativa de inversiones dentro de los tres primeros meses de su mandato.