La Eurocámara ha salido a la arena y ha demostrado lo que mejor sabe hacer: debatir. En una resolución con una abrumadora mayoría, 449 votos a favor, ha exigido la ampliación de la agencia de vigilancia marítima, Tritón, para que incluya «operaciones de búsqueda y rescate a escala europea», ya que actualmente sólo opera en 30 millas de la costa. También la obligatoriedad de cuotas de refugiados en los estados europeos y una mayor cooperación y financiación con terceros países. Han pedido, en definitiva, una respuesta más contundente, al margen de los intereses nacionales.
En su intervención inicial, como pocas veces se ha visto, Juncker no fue capaz de defender lo indefendible, y ha admitido que «la respuesta del Consejo europeo fue inmediata, pero no suficiente». «El nivel de ambición de los líderes europeos fue inferior a lo que deberían haber mostrado», ha lamentado. Asimismo, ha señalado que «hubiera sido necesario mostrar la voluntad colectiva para intentar solucionar un reparto geográfico solidario» de los refugiados. Una propuesta comunitaria donde los líderes europeos no encontraron acuerdo en la reunión de la semana pasada. «Basta ya de grandes declaraciones, se debe mostrar solidaridad», ha añadido, en alusión a la falta de empatía de algunos países hacia los que más sufren la presión migratoria.
Juncker ha desplegado la sinceridad que por lo general le caracteriza y ha criticado el hecho de que la UE dejara de financiar la operación de salvamento y rescate, Mare Nostrum, que quedó en manos de Italia, y que ha salvado durante el año que ha estado en funcionamiento a 155.000 personas. Finalmente, el gobierno italiano tuvo que renunciar, por su alto coste, 9 millones de euros al mes. Dotación que ahora tendrá Tritón, tras el acuerdo llegado la semana pasada.
La Eurocámara ha coincidido también en pedir más ayudas al desarrollo para intentar evitar que las personas se tiran al mar, huyendo de situaciones de guerra y de pobreza; así como ofrecer la posibilidad de mejorar la entrada de la migración legal. Juncker ha valorado positivamente también esta opción: «Si no les abrimos la puerta entrarán por la ventana», una frase duramente criticada por Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo, el mismo que el de Juncker, que ha optado por el argumento del miedo y del alto desempleo en la UE. «Si nos abrimos a la inmigración legal, provocaremos un efecto llamada», ha asegurado.
Las peticiones de la Eurocámara
Los eurodiputados han pedido el establecimiento de cuotas vinculantes para distribuir a los solicitantes de asilo entre los países de la UE. También utilizar todas «las posibilidades existentes para conceder visados humanitarios y considerar la implantación de un mecanismo de solidaridad en caso de llegada masiva e imprevista de personas desplazadas. Asimismo, han pedido sanciones más duras contra el tráfico de personas e insta a los países a trabajar con las agencias de la UE para detectar y rastrear los medios de financiación de las redes criminales.
La eurodiputada socialista y presidenta de la comisión de Derechos Humanos, Elena Valenciano, ha calificado la reacción de los líderes europeos como «torpe, egoísta y decepcionante» y ha calculado que los Veintiocho tienen la obligación de acoger «al menos un millón de refugiados». Muy crítica también Marina Albiol, de Izquierda Europea, que ha denunciado que la UE está gobernada «por una banda de hipócritas» que han convertido al Mediterráneo en «una fosa común».