Miles de personas protestando en las calles. Las plazas del sur de Europa abarrotadas: la Puerta del Sol en Madrid, la plaza Sintagma de Atenas, la Plaza Marquês de Ponbal en Lisboa. Todos contra las medidas de austeridad en Europa y contra 'los hombres de negro'. Ellos representan a la Troika, alianza entre la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. Estas tres entidades se unieron para vigilar a aquellos países a los que han prestado dinero. El Europarlamento les pide cuentas.
El Parlamento Europeo ha aprobado esta semana dos resoluciones que instan a la Troika (BCE, Comisión Europea y FMI) a adoptar mejoras urgentes para el funcionamiento de los programas de rescate de Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre. Aun reconociendo que consiguió el objetivo último de evitar la bancarrota de estos cuatro países, el PE lamenta que las medidas impuestas hayan tenido un impacto tan negativo sobre el empleo y la pobreza.
Los países rescatados, a saber: Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre han tenido que cumplir requisitos, de gran austeridad. Recortes en los salarios, abaratamientos de los despidos, copagos en la Seguridad Social y desmantelamiento de un Estado de bienestar forjado durante años. No sólo la sociedad civil lo cree, también teóricos respetados en el mundo entero, como el Premio Nobel estadounidense Paul Krugman, quien ha arremetido varias veces contra las políticas de austeridad en Europa.
Por ello, la Eurocámara pese a reconocer la importancia de la Troika a la hora de evitar la bancarrota de los países rescatados, considera que las medidas impuestas por el BCE, el FMI y la Comisión Europea han «aumentado el desempleo y la pobreza», además de haber puesto en peligro los objetivos sociales de la UE al implementarse rápidamente y sin evaluar su posible impacto en los grupos sociales más vulnerables.
Así, los eurodiputados han expresado su preocupación por que los programas de recuperación hayan incluido recortes en áreas fundamentales del gasto social, como las pensiones y los servicios básicos, en lugar de otorgar más flexibilidad a los gobiernos para decidir dónde aplicarlos. Además, insta a los Gobiernos a que consideren el gasto público en sanidad y educación no como un gasto susceptible de recortes, sino como una inversión pública en el futuro del país.
La Eurocámara ha pedido que se redefina la Troika, que considera que ha aplicado medidas uniformes sin tener en cuenta las circunstancias específicas de cada país e incluye un desigual reparto de responsabilidades entre las tres instituciones que la componen.
De este modo, recomienda un replanteamiento radical de la Troika: hacer opcional la participación del FMI, considerar al BCE como un simple «observador silencioso» y crear un Fondo Monetario Europeo (FME) que asuma el papel actual de la Comisión Europea.