El plan de la ESA «Limpiar el Espacio», busca nuevas herramientas para evaluar el impacto medioambiental de los residuos espaciales, sustitutos más ecológicos de procesos y materiales, y nuevas técnicas para frenar la basura espacial y retirar la que ya rodea la Tierra.
El director General de la ESA, Jean-Jacques Dordain, explica que el programa es uno de los objetivos principales del próximo plan de acción de la Agencia espacial. «Si estamos convencidos de que la infraestructura espacial será cada vez más necesaria, tenemos la obligación de dejar el espacio a las próximas generaciones tal y como lo encontramos: impecable» ha dicho.
Es una tarea en la que la ESA necesita la ayuda de todo el sector, ha señalado Dordain. Los trabajos están dirigidos al espacio y a la Tierra y se están haciendo en ESTEC, el centro tecnológico de la ESA en Noordwijk, Países Bajos.
En la Tierra
Se procura minimizar el impacto, desde el diseño a la fabricación y a la eliminación de los componentes. Se utiliza la «fabricación aditiva», en la que las estructuras se construyen capa por capa, o la «soldadura por fricción-agitación», que permite una temperatura más baja de soldadura con lo que utilizan menos materiales y menos energía para unos resultados de mayor calidad.
En el espacio
Desde que comenzó la era espacial se han lanzado más de 6000 satélites, de los que menos de 1000 continúan operativos. Del resto, una parte ha reentrado en la atmósfera y se ha diseminado, otra continúa en órbita. Según la ESA, un tornillo de apenas 2 cm de diámetro que sobrevuele la Tierra a una velocidad de 7,5 kilómetros por segundo, o incluso más, podría destruir un satélite. Eso muestra la necesidad de idear un sistema que pueda retirar los fragmentos que están en órbita.
La ESA también se preocupa por la contaminación tanto en el espacio como en la Tierra, que señala ha disminuido sobre Europa. Los satélites de la ESA, indican que la concentración de dióxido de nitrógeno en las capas más bajas de la atmósfera ha disminuido sobre Europa en la última década. El dióxido de nitrógeno es uno de los principales contaminantes disueltos en la troposfera, la capa más baja de nuestra atmósfera.
La monitorización de la contaminación atmosférica en el espacio comenzó cuando se lanzó en 1995 el satélite ERS-2, con un instrumento llamado GOME, diseñado especialmente para medir los niveles de ozono en la atmósfera.
Las mediciones revelan que, a lo largo de la última década, los niveles de dióxido de nitrógeno han disminuido sobre Europa y Estados Unidos. La mala noticia es que han aumentado en Oriente Medio y en algunas regiones de Asia.
Estas tendencias se explican por el mayor uso de combustibles fósiles por parte de las economías en desarrollo y eso hace que aumenten los niveles de contaminación, por otra parte, la mejoras tecnológicas, como los automóviles ecológicos, son responsables de la disminución de los niveles de contaminantes, según explica Andreas Richter, del Instituto de Física Ambiental de la Universidad de Bremen en Alemania.
Los datos obtenidos hasta ahora pueden ayudar a definir las futuras misiones y programas de explotación científica. Las misiones Sentinel 4 y 5, que forman parte del programa europeo para la Monitorización Global del Medioambiente y la Seguridad (GMES), continuarán recogiendo datos sobre la química atmosférica, fomentando el desarrollo de servicios específicos para monitorizar la calidad del aire sobre Europa.