El accidente en la central nuclear de Fukushima, en Japón, motivado por el maremoto que ha seguido al temblor de 9º en la escala de Richter pone sobre el tapete, una vez más, la seguridad de las centrales nucleares y el peligro de la energía atómica. La UE se muestra partidaria de su utilización para luchar contra el cambio climático. La producción de esta energía apenas tiene emisiones a la atmósfera y, por otra parte, permite un autoabastecimiento muy necesario en el panorama geopolítico actual.
En este momento la energía nuclear vive una situación comprometida en la UE. Algunos países han renunciado a su uso y otros están pensando en su vuelta.
Italia decidió el cierre de sus cuatro centrales tras un referéndum en 1987. Algo similar hizo Austria que reconvirtió su única central al gas. En Dinamarca está prohibido por ley el uso de energía nuclear como recurso energético. Suecia, que aprobó en 1987 cerrar sus centrales en 2010, ha suspendido la moratoria y continuará con ellas. El gobierno conservador de Angela Merkel en Alemania ha extendido la vida útil de sus centrales, en contra del apagón atómico que el canciller socialdemócrata, Gerhard Schröeder, había prometido. Otros países tienen moratorias.
En la UE están 145 de las 438 centrales nucleares que hay en el mundo y producen la tercera parte de la energía que se consume en Europa, aunque la diferencia entre unos Estados y otros es notable. Francia y Reino Unido están a la cabeza, con 59 y 35 reactores respectivamente.
En España hay 7 centrales que fueron construidas en tres etapas diferentes. La primera se inició en los años 60, la segunda comenzó a principios de los 70 y la tercera después de que se aprobara el Plan Energético Nacional en 1979.
El reactor de la central de Garoña, en Burgos, es igual que uno de los seis del complejo de Fukushima1, que ha resultado accidentado en el maremoto. Un modelo General Electric de 439 megavatios que comenzó a funcionar en 1971. La única central española que está en la costa es Vandellós II, una zona con muy poco riego de tsunamis.
Los accidentes de la Isla de las Tres Millas, en EE UU, en 1979; el de Chernobyl, en Ucrania, en 1986, y el gran problema sin resolver de los residuos han creado una fuerte opinión pública en contra de la energía nuclear en Europa. Durante tiempo ha habido un parón nuclear, hasta que Finlandia se decidió a construir la primera central europea despues de quince años. Está en la isla de Olkiluoto y lleva su nombre.
Ahora, la Comisión Europea, en el «Libro verde sobre la política energética de la UE» plantea abiertamente la utilización de la energía nuclear como «energía de transición, limitada al objetivo de proteger el medio ambiente» hacia las energías renovables, aunque se sabe que estas no cubrirán todas las necesidades.
Pero mientras en Europa se discute la necesidad o no de la energía nuclear, China planea la construcción de 50 en las próximas dos décadas e India está construyendo 8.
El riesgo de fusión nuclear en la japonesa central de Fukushima vuelve a reavivar los peores fantasmas de las nucleares. El seismo hizo que los tres reactores de la planta se detuvieran, así como el sistema de refrigeración que evita que el núcleo se recaliente. Para evitar esta última eventualidad la central tiene generadores alimentados con diésel, pero al cabo de una hora se pararon por razones desconocidas. Más tarde se produjo una explosión que destruyó parte del edificio aunque, según el Gobierno, no llegó a afectar al reactor nuclear que tenía una protección de acero.
La UE ha estado desde siempre ligada a la investigación de la energía atómica. Cuando se creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) en 1952, primer gran precedente de una Europa unida, los seis Estados fundadores (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos) no estaban muy dispuestos a hacer dejación de una parte de sus soberanías en favor de la Comunidad. Pero en 1956, un comité presidido por el ministro belga de Asuntos Exteriores, P.H.Spaak, presentó dos iniciativas que fueron apoyadas: Un mercado común y una comunidad de la energía atómica – EURATOM -
El objetivo era combatir la falta generalizada de energía. EURATOM debía cuidar de que los Estados sacaran el máximo partido de la energía atómica, garantizar el abastecimiento y la seguridad para la población, así como evitar el desvío para fines militares de materiales nucleares destinados a uso civil y pacífico.