El Centro Europeo para la investigación Nuclear (CERN), donde se busca la partícula de Dios, ha tenido una visita muy especial esta semana. Una docena de monjas budistas de la región del Himalaya expertas en Kung fU.
Las monjas han explicado a los más importantes científicos del mundo que buscan el origen del universo como pueden cortar una fila de ladrillos con el dorso de la mano, patadas voladoras, puñetazos o luchas con palos.
El monje que las acompaña, Gyalwang Drukpa, que está ligeramente por debajo del Dalai Lama en la jerarquía budista y que desde los cuatro años es el líder de una de las nuevas escuelas independientes del budismo tibetano, explicó que los hombres y las mujeres tienen energía diferente y que «para mejorar el mundo hacen falta tanto la energía femenina como la masculina».
Es un principio científico «tan fundamental como la relación entre el Sol y la Luna» y su importancia -añadió- es similar a la de las colisiones de partículas que tienen lugar en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) que está en el CERN.
La visita no tiene carácter científico solamente, se trata de una gira mundial en la que muestran su destreza en las artes marciales para «concienciar sobre la igualdad de género y la necesidad de dar poder a las mujeres».
Tradicionalmente las mujeres del Tíbet han estado apartadas de la práctica de cualquier tipo de arte marcial. Las monjas budistas estaban consideradas como poco más que sirvientas y han estado dedicadas a cocinar y limpiar para los monjes.
Desde hace unos tres años, Gyalwang Drukpa, decidió mejorar la salud y el bienestar espiritual de las mujeres y comenzó a entrenar a las jóvenes en el kung fu, incluso han podido practicar ritos sagrados hasta ahora reservados a los hombres.