Hablamos con Juan Domingo Farnós, investigador y profesor
«La educación vive un momento disruptivo, de cambio de época, con nuevos roles y modos de aprendizaje, donde el 'conectivismo' convierte a los alumnos en protagonistas del proceso», dice el investigador y profesor Juan Domingo Farnós, un convencido de la web 2.0.
El divulgador catalán del aprendizaje en línea ha participado en Caracas en el VII Encuentro Internacional de Educación, en el han tenido lugar una serie de reuniones organizadas en varios países por la Fundación Telefónica, de la empresa española del mismo nombre, para dar respuesta a una pregunta: «¿Cómo debe ser la educación del siglo XXI?».
Farnós es profesor presencial de alumnos con necesidades especiales en la comunidad de Cataluña, de cursos en línea abiertos y masivos, y de postgrados y maestrías por la web en universidades latinoamericanas y estadounidenses sobre aprendizaje de educación inclusiva, adaptada a cada persona.
¿Estamos ya en la educación del siglo XXI o seguimos con métodos y modelos del anterior?
Juan Domingo Farnós: La educación formal, reglada, se mantiene con un modelo del siglo XX. Pero esto con las tecnologías actuales es inviable, porque los aprendices han cambiado. Antes éramos sujetos pasivos, consumidores de información y formación; ahora son activos, miran a los profesores a la cara.
Eso significa que desean aportar, no solo escuchar, pues tienen propuestas, que quieren que se tengan en cuenta, que sienten importantes. No se conforman con lo que el docente ofrece y quiere que aprendan desde un estrato superior.
Las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) han convertido a los aprendices en «prosumidores» (productores y consumidores a la vez) y están consiguiendo incluso que pasen de ser protagonistas a ser los responsables de su educación.
En el siglo XX, los responsables eran los docentes. Ahora, su rol cambia de profesores a facilitadores. No pierden importancia; la tienen y mucha. Pero adquieren otro rol.
El sistema educativo y la comunidad, incluida la familia, son nichos de aprendizaje, y debemos entender que toda la base educativa, dentro y fuera de las aulas, se fundamenta en los aprendices, que son ahora los responsables de lo que hagan.
¿El conectivismo (aprendizaje en y para la era digital) es un modelo alternativo al constructivismo (aprendizaje dinámico y participativo) y a otras corrientes pedagógicas, o es complementario?
JDF: El constructivismo es la base, es la forma de aprender de manera significativa, pero el conectivismo lo liga con lo digital, con las redes sociales, y no hablo de Twitter o Facebook, sino de su idea y su significado, para por medio de la conexión ir a más y a un diferente aprendizaje.
Pero hay una diferencia importante: el contenido pasa a segundo plano y lo importante es la relación. Aprendemos por relaciones, el aprendizaje es individualizado, siempre lo ha sido y nuestras conexiones neuronales, sinápticas, se conectan para aprender.
Sin embargo, llega un momento en que a la sociedad no le basta el aprendizaje individualizado, quiere más, y de manera colaborativa y cooperativa se está demostrando que se aprende muchísimo más. Eso es «redarquía», eso es conectivismo.
¿Qué cambia al aprender de manera redárquica, colaborativa y cooperativa?
JDF: La redarquía, el modelo basado en las redes abiertas e interactivas, en especial la web 2.0, permite aprender de manera colaborativa, entre todos, a partir de objetivos y con metodologías. Aprender por comunidades de aprendizaje, con objetivos y juntos. Esto es colaborativo.
Lo cooperativo va más allá. Es aprender por comunidades también, pero sin metas. Esas las fijan los participantes y no a la vez. Es un proceso continuado, sin principio ni final. La web 2.0 nos permite aprender en esta forma sincrónica y asincrónica.
Dentro de la educación formal, ¿hay resistencia a estas innovaciones?
JDF: Educación sin innovación no es educación, esta premisa es clara. Si no se innova, educar pierde su sentido. Pero, al mismo tiempo, educar es poder, es control, así que hay mucha resistencia a ceder ese control, sobre todo en los docentes.
Pero llegará un momento en que la propia sociedad nos va a empujar, y los que más los aprendices. Los niños han nacido con la tecnología, no solo como herramienta, sino con la metodología que conlleva, y tenemos que adaptarnos a eso.
Los centros de enseñanza no lo están haciendo, las reformas educativas tampoco.
La educación formal se mantiene en una rigidez predigital, empaquetada, con objetivos y competencias preestablecidos, con currículos impuestos y estandarizados, cuando todo nos lleva a una educación «a la carta», adaptada a las necesidades de cada aprendiz.
Por eso, la gente termina por aprender más en el sistema no formal o informal. Pero sus diferencias se van a diluir y hay que sumar ahora los no lugares, los espacios ubicuos de aprendizaje no regulados, por Internet.
Del proceso, emergerá un aprendizaje inclusivo, a la carta, adaptado a cada persona, y permanente.
Las tecnologías en la educación, ¿ahondarán la brecha entre sociedades más o menos conectadas, o serán una herramienta para acortarla?
JDF: Las tecnologías están para quitar las brechas, pero para ello deben ser accesibles. Eso es primordial. Antes la educación era un derecho, ahora las tecnologías también son un derecho, o deben serlo. La culpa de que un indígena peruano, por ejemplo, no tenga acceso, es del Estado, y debe subsanarlo.
Todo tiene dos caras. Hay una parte de brecha y otra de acortamiento. Pero al final del camino, no se hablará de tecnologías. Llegará un momento, y no va a tardar, en que las tecnologías van a estar dentro de nosotros, y no vamos a hablar de brechas o de resistencias. Será algo natural a las personas.
¿En qué lugar está América Latina en el avance hacia el conectivismo educativo?
JDF: Los que trabajamos en esto vemos que va a ser la región donde se va a producir la verdadera revolución socioeducativa, no tenemos duda. Eso porque las personas quieren la disrupción, la ruptura brusca, otra manera de aprender y de educar. Mientras que en Europa, por ejemplo, domina la resistencia al cambio, en los países latinoamericanos la gente lo ansía.
Varios son países emergentes, con personas que descubren que las tecnologías les permiten avanzar, sin depender como antes de Estados Unidos o de Europa. Gracias a ellas, solo necesitan su esfuerzo. Y es una región con la gente muy formada, a la que solo le falta liderazgo. Pero el primer lugar donde se llegará a una educación mejor y de otra manera es esta región.