Un sofá sobre un escenario invita a la tertulia. El objetivo de la reunión es comentar el premio Sajarov 2014, que ha sido para el ginecólogo congoleño Denis Mukwege. Sin embargo los contertulios terminan por abordar un tema más amplio: la situación de las mujeres en África. Elena Valenciano, eurodiputada del grupo socialista; Xavi Aldekoa, corresponsal de La Vanguardia en África; Jordi Pérez Colomé, experto en redes sociales y Carlos Bajo, periodista comprometido con África y fundador de Wiriko, coinciden en que ellas son uno de los colectivos más vulnerables en las guerras que asolan al contenente.
Con el premio Sajarov, el Parlamento Europeo reconoce cada año el trabajo de una organización o de una persona en favor de los derechos humanos. Este año ha querido reconocer el trabajo de Denis Mukwege, que día a día dedica sus esfuerzos a reconstruir los cuerpos y las vidas de miles de mujeres y niñas víctimas de violaciones en grupo o de violencia sexual, en la guerra que asola desde hace años la República Democrática del Congo. «África tenía que tener una mención en el Parlamento», explica Elena Valenciano, que además es presidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos.
«Lo de África es un problema que se está enraizando y que hay que atajar», lamenta Xavi Aldekoa, buen conocedor de la realidad africana. «La guerra es lo que queda después de que se han silenciado las bombas», reflexiona el periodista, que recuerda que el momento más duro es cuando los refugiados buscan a sus familiares e intentar reconstruir sus casas, que han quedado completamente destruidas. «En ese momento es cuando actúa Mukwege», explica.
«Las mujeres siempre son el principal objetivo de la violencia durante las guerras», lamenta Elena Valenciano, que recuerda que en los conflictos armados actuales se ha pasado de matar a soldados a exterminar a mujeres y niños. Pero además, existe un riesgo añadido; en los lugares controlados por grupos terroristas, muchas madres optan por no llevar a sus hijas al colegio por miedo a secuestros, bombardeos o atentados.
Para los cuatro contertulios, cualquier solución pasa por un cambio en la educación. Es, a juicio de los cuatro, un elemento clave para terminar con una realidad que está provocando que países africanos en los que se había avanzado en los derechos de las mujeres, se esté retrocediendo. Tanto es así que el periodista Xavi Aldekoa la define como «un arma de construcción masiva». «La educación de las mujeres es lo más importante», añade Elena Valenciano, que recuerda que «una madre educada produce menos niños muertos».
Ciberactivismo, otra forma de lucha
Pero además, en pleno siglo XXI, las redes sociales pueden jugar un papel importante en la lucha por los derechos humanos. Por ejemplo, las autoridades nigerianas empezaron a buscar a las 200 niñas secuestradas por Boko Haram gracias a la campaña #BringBackOurGirls. «Secuestros había antes, pero la atención no se ha centrado en ello hasta que no ha saltado a las redes sociales», explica Carlos Bajo. «En un lugar donde la televisión y la prensa están totalmente controladas, las redes sociales tienen un papel muy importante», añade Jordi Pérez Colomé en referencia al poder de convocatoria de Twitter y Facebook durante la Primavera árabe.
«Cuando enviamos estos mensajes las personas anónimas piensan que hay que hacer algo», asegura Pérez Colomé, que advierte que las redes sociales pueden tener de vez en cuando un doble filo. «La publicidad nutre y da vida a Boko Haram o al Estado Islámico», advierte. Otro riesgo es que las personas conocidas se sumen a la campaña porque «está de moda». «Me da miedo que seamos superficiales y terminemos tuiteando porque lo hace Obama», confiesa Elena Valenciano.
En cualquier caso, los expertos coinciden en señalar que los beneficios suelen decantar la balanza. «Al final la presión termina por tener efecto», opina Pérez Colomé. Además, cada vez son más los internautas que actúan desde África. «En el ciberactivismo cada vez aparecen más mujeres africanas», asegura Carlos Bajo.
La periodista Montserrat Domínguez ejerció de moderadora del debate que terminó con música. Las canciones del cantautor de origen palestino Marwan, ganador del premio Guille 2011 al mejor cantautor y seleccionado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para su programación en embajadas y centros culturales fuera de España, pusieron punto y final a tres horas en las que los derechos humanos fueron protagonistas.