Hablamos con Corrado Clini, ministro de Medio Ambiente de Italia,
Los gobiernos hacen un último intento desesperado por llegar a un acuerdo sobre el documento final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, Río+20, aunque la economía real ya se está volviendo verde, según el ministro de Medio Ambiente de Italia, Corrado Clini.
Los divergentes intereses y prioridades de los países hacen que sea difícil para los gobiernos ponerse de acuerdo sobre un enfoque de desarrollo sostenible, eso deriva en avance lento de las negociaciones sobre el documento final, nos dice Clini.
La anterior reunión del Comité Preparatorio para terminar el plan de acción para la cumbre, que se realizará del 20 al 22 de este mes en Río de Janeiro, no logró ningún consenso. El próximo, y último, encuentro se realizará del 13 al 15 de este mes.
Los políticos se esfuerzan por avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo favorable al medio ambiente y acordar una agenda común. Ya están en marcha y crecen con rapidez las inversiones nacionales en el área de energías renovables y de eficiencia energética.
Una de las expectativas más realistas para Río+20 es que por lo menos «reconozca y refleje la tendencia global que ya está en marcha», dice Clini.
¿Cómo explica la discrepancia entre acción política y progreso económico?
Corrado Clini- Los gobiernos llegarán a un acuerdo frágil, pero la sociedad civil y las empresas privadas avanzan rápidamente hacia estándares más sostenibles. La calidad de los productos, como bombillas, automóviles, calentadores, y ahora incluso materiales de construcción, avanza hacia estándares comunes más respetuosos con el ambiente. Lo mismo ocurre para las economías emergentes, donde los estándares ambientales son más altos.
La mayor expectativa tras la primera conferencia de Río de Janeiro en 1992 fue que la economía incorporara la sostenibilidad. En los últimos 20 años hemos visto que desde un punto de vista político no se logró, mientras que las tecnologías han conseguido muchos avances. La política y la tecnología son dos áreas paralelas que avanzan a diferente velocidad.
¿Ve alguna posibilidad de que ambas áreas converjan?
C. C.- Hay algunas combinaciones interesantes. Eso ocurre cuando la política «absorbe» un avance existente. La política de la Unión Europea para sistemas de iluminación más eficientes es un ejemplo de absorción de una evolución ya consolidada de la tecnología. Ese fenómeno también ocurre en China, donde el gobierno logra lo máximo de las tecnologías existentes.
Tienes una combinación de lo que ya está maduro en el mercado con las políticas nacionales que posibilitan el avance. Ese debería ser nuestro objetivo, y eso es lo que ya tratamos de hacer con los biocombustibles a escala global. Es un proceso complejo, pero interesante.
La coalición italiana Llamada de Acción Global contra la Pobreza (GCAP, por sus siglas en inglés), que reúne a 70 organizaciones de la sociedad civil, pide a los líderes mundiales que equiparen la economía verde con una mayor igualdad en la distribución de la riqueza. ¿Eso es posible?
C.C.- Ese es el ambicioso objetivo del llamado «crecimiento verde inclusivo». La UE se compromete a este enfoque que hace muchos años era llamado «nuevo orden mundial». La respuesta, por supuesto, no puede proceder de la conferencia de Río de Janeiro. Río+20 nos ofrecerá una lista actualizada de temas, no su solución. La UE tiene sus propuestas, pero no todos los países miembro necesariamente comparten esa visión.
¿Qué expectativas tiene sobre Río+20?
C.C. - Resultados políticos como el de un frágil documento son predecibles. Pero hay esperanzas de algo más. La conferencia de Río de Janeiro puede ser importante para Europa, que necesita construir una nueva asociación con países emergentes como China, a medida que avanza hacia una economía con pocas emisiones de dióxido de carbono.
Brasil, con sus recursos fósiles, también puede ser un aliado clave en los esfuerzos para promover un crecimiento que proteja los recursos naturales.
El nuevo comisario de Medio Ambiente, Janez Potočnik, lanzó esta semana la plataforma sobre eficiencia en el uso de recursos para ofrecer asesoramiento sobre medidas políticas tendentes a impulsar la economía hacia un crecimiento más sostenible. La tarea principal de la plataforma será determinar cómo se pueden lograr los objetivos fijados por la hoja de ruta de la Comisión Europea para que el continente haga un uso eficiente de sus recursos, incluida la cuestión de desvincular el uso de recursos de sus impactos sobre el crecimiento económico.
El uso eficiente de recursos es una cuestión clave para un crecimiento sostenible e inclusivo. Creo que Río+20 puede dar a la UE el valor que necesita para continuar por ese camino.
Por último, miembros clave de la sociedad civil de los países en desarrollo pueden emerger y ganar visibilidad global. Creo que en los países emergentes ese sector se beneficiará enormemente de esto.