La ecología ciudadana de Besançon

Besançon es conocida como la «campeona» del ahorro de energía en Francia. En los últimos años ha hecho notables esfuerzos para involucrar a los residentes en sus acciones ambientales, y planea reducir el consumo de energía y las emisiones de carbono un 20 por ciento para el año 2020, uno de los objetivos de la Unión Europea.

calle Claude Goudimel de Besançon
RueClaudeGoudimel-Besançon / Foto: Feth (Wikipedia)

Christina E. es una madre de tres hijos que vive en un edificio de apartamentos ubicado en un lujoso barrio de la capital de Francia. Prepara comidas a diario y le gustaría contar con un lugar junto a su contenedor de basura donde poder tirar los residuos biodegradables. «Me sentía mal cada vez que tenía que arrojar cáscaras de verduras o frutas u otra materia orgánica. Crecí viendo a mi familia usar un montón de compost (abono orgánico) y, si supiera de algún cubo colectivo en París, definitivamente lo utilizaría», explica.

Si Christina viviera en Besançon, una pintoresca ciudad del este de Francia, podría deshacerse de su basura biodegradable en un recipiente provisto por la ciudad e, incluso, podría «recuperar» el compost para abonar las plantas de su balcón. También podría conseguir un pollo que picoteara los residuos.

Ubicada a 325 kilómetros de la capital del país, Besançon es conocida como la «campeona» del ahorro de energía en Francia. El área hace alarde de su deslumbrante ciudadela en lo alto de una colina, que de hecho es un sitio de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). También tiene la mayor cantidad de viviendas sociales del país.

De este modo, ha hecho esfuerzos notables para involucrar a los residentes en sus acciones ambientales, y planea reducir el consumo de energía y las emisiones de carbono un 20 por ciento para el año 2020, compartiendo uno de los objetivos de la Unión Europea. «Desde el inicio hemos tenido una gran campaña de conciencienciación para que la gente entienda todos los pasos que estamos dando. Es un esfuerzo participativo. Los ciudadanos están totalmente involucrados y comprenden el objetivo de reducir el 20 por ciento del consumo de energía», explica Nicolas Guillemet, vicepresidente del gran Besançon, a cargo del desarrollo sostenible y la calidad de vida.

Además de vender tarros para compost a edificios residenciales y hogares particulares con jardines, la ciudad también recolecta ese abono orgánico y lo usa para fertilizar parques públicos y otros espacios verdes. Los habitantes emprendedores también pueden aceptar un pollo que ayude a consumir los residuos orgánicos. Pero este apoyo es apenas una pequeña parte de los esfuerzos ambientales que asume esta localidad de 180.000 habitantes. Como la prioridad de la ciudad es reducir la energía y los gases de efecto invernadero, todos tienen un rol que desempeñar, explica Guillemet.

El vicepresidente informa de que cada año, el ayuntamiento «sigue» a una centena de familias, estudiando a diario cómo se transportan, cómo calientan sus hogares y otros hábitos. La investigación busca mostrar a los ciudadanos cómo pueden cambiar sus acciones para usar menos energía. Al finalizar el estudio, las conclusiones se divulgarán al público, para que otros puedan lograr similares cambios de conducta. Si las zanahorias no consiguen atraer a los residentes, siempre estará el palo, y la ciudad adoptará medidas más duras para motivarlos. Por ejemplo, los desechos domésticos pagan impuestos según su peso: cuanto menos residuos produzca una familia, menos paga.

Estas medidas han causado una reducción de 15 por ciento en los residuos reciclados para su incineración, de acuerdo con la oficina del alcalde socialista Jean-Louis Fousseret. Él es parte de las fuerzas motoras detrás de los muchos cambios que ha experimentado la ciudad, pero sus políticas no han estado exentas de controversia. Dirigentes políticos de la oposición lo han criticado por incurrir en gastos excesivos.

Un nuevo funicular, por ejemplo, que se prevé estará terminado el año próximo, cuesta 250 millones de euros y ha causado muchos inconvenientes a la población en los últimos meses. Cambiar el sistema de alumbrado público para usar bombillas LED (de bajo consumo) cuesta un millón de euros anuales, según los funcionarios.

Sin embargo, los ahorros estimados son de cinco millones de euros cada año. «Es fácil responder a críticos que dicen que estamos gastando demasiado porque, sí, es mucho dinero invertido inicialmente», dice Guillemet. «Pero luego, hay una gran cantidad de ahorros que se concretan. Crear el funicular, por ejemplo, cuesta millones, pero durará 50 años o más. Lo mismo con los ahorros en materia de energía», agrega. «El desarrollo sostenible tiene que ver con la visión a largo plazo. Invertimos hoy, pero es para mañana y pasado mañana».

Los funcionarios de Besançon dicen haberse inspirado en Alemania y Suiza, que «están muy avanzados en relación a Francia» en términos de políticas energéticas sostenibles. La ciudad se encuentra cerca de las fronteras con esos países, y con el paso de los años se han desarrollado fuertes alianzas ecológicas. Los funcionarios explica que con ayuda alemana y suiza, Besançon se ha convertido en un modelo para otras localidades francesas. En 2011, la ciudad fue galardonada con la edición «de oro» del premio europeo de energía Cit'ergie por sus logros «ejemplares» en cuanto a la acción climática y energética. Fue la primera localidad de Francia en recibir tal honor.

Pero pese a los avances de Besançon, algunos expertos temen que la ciudad todavía enfrente una ardua batalla para reducir un 20 por ciento el consumo de energía en los próximos siete años. «No creo que lo logremos si no tomamos más medidas innovadoras», explica Benoit Cypriani, representante del partido verde Groupe Europe-Écologie Les Verts. «Definitivamente se puede lograr en el sector público, pero las cosas serán más difíciles en el privado, donde es necesario renovar las casas para que sean más eficientes en materia de energía, por ejemplo».

Cypriani espera que el funicular tenga un efecto sobre el aumento del dos por ciento en el transporte que ha experimentado la localidad, y que involucra mayoritariamente a automóviles. También cree que el gobierno nacional dé pasos para reducir el uso de electricidad que tendrán un efecto sobre Besançon. Francia es líder en Europa en términos de consumo eléctrico para mantener el calor de los hogares, pero Cypriani cree que debería promoverse más el uso de leña, dado que contamina menos. En el manual de prioridades de Besançon, a la reducción del consumo de energía le debe seguir la producción de energía en el plano local. «Queremos ser autosuficientes en el territorio, y eso significa energía renovable», señala Guillemet.

Actualmente la ciudad invierte en paneles fotovoltaicos y en ayudar a los habitantes que quieren instalar tanto esos como los paneles térmicos en sus propiedades. Los funcionarios de Besançon han identificado una zona que destinarán a la generación de energía eólica y, en cuatro años, implementarán un plan a tal efecto. El agua también se explora como fuente energética, dado que la ciudad se ubica en un meandro del río Doubs y hay planes de continuar usando leña en dos calefactores comunales alimentados con este elemento.