El primer Informe de la Nutrición Mundial, que se ha conocido este mes, así como cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ponen de relieve el complejo fenómeno que hay detrás de la malnutrición.
«La doble carga de la malnutrición (es) una situación donde el sobrepeso y la obesidad existen codo a codo con la subnutrición en el mismo país», según Anna Lartey, directora de la División de Nutrición de la FAO. «Y la estamos viendo en muchos países que se están desarrollando económicamente y que están pasando por la transición nutricional», agrega.
Es así que, además de combatir el hambre, gobiernos y organizaciones que promueven el desarrollo también se han visto forzados a abordar la sobrenutrición.
«Mientras la subnutrición todavía mata a casi 1,5 millones de mujeres, niñas y niños cada año, la creciente proporción de casos de sobrepeso y obesidad en todo el mundo están conduciendo a un aumento de enfermedades como el cáncer, las cardíacas, apoplejías y diabetes», explica en un comunicado el director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Francesco Branca.
La solución no radica en el ámbito de la ciencia, la salud o la agricultura solamente. Requiere un enfoque intersectorial y multidimensional, que incluya la educación, el empoderamiento de las mujeres, la regulación del mercado, la investigación tecnológica y, sobre todo, compromiso político.
Por este motivo, representantes de gobiernos, instituciones multilaterales sociedad civil y el sector privado se reunieron en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (CIN2), que se realizó del 19 al 21 de este mes en la sede de la FAO en Roma. Organizada en conjunto por la FAO y la OMS, la conferencia ha tenido lugar 22 años después de su primera edición y, lamentablemente, ha abordado los mismos problemas, que aún no se habían resuelto.
La malnutrición, en todas sus formas, tiene repercusiones sobre la capacidad de las personas de vivir una vida plena, de trabajar, cuidar a sus hijos, ser productivas, generar un ciclo positivo y mejorar sus condiciones de vida.
Cifras del Informe de la Nutrición Mundial, presentado durante la CIN2,estiman que la malnutrición cuesta entre el cuatro y el cinco por ciento del producto interno bruto (PIB) nacional, lo que sugiere que sería más rentable el prevenir.
Con el objetivo de mejorar la nutrición mediante la implementación de políticas basadas en evidencias y una cooperación internacional efectiva, la CIN2 produjo dos documentos para ayudar a gobiernos y otros actores a encaminarse en la dirección correcta. Se trata de la Declaración de Roma sobre la Nutrición y el Marco de Acción.
La conferencia también fue testigo de un fuerte llamado a la responsabilidad y al fortalecimiento de la nutrición en la agenda de desarrollo posterior a 2015.
«El actual sistema alimentario hegemónico y el modelo de producción industrial no solo son incapaces de responder a los problemas de malnutrición existentes, sino que también han contribuido con la creación de diferentes formas de malnutrición y con la reducción de la diversidad y la calidad de nuestras dietas», destacó Flavio Valente, que representó a organizaciones de la sociedad civil en la CIN2.
Esta posición fue compartida por muchos oradores, quienes enfatizaron el impacto negativo que posee la publicidad de alimentos poco saludables, principalmente sobre niños y niñas. Según un participante chileno, calificar la obesidad como una enfermedad no transmisible es engañoso, porque se propaga a través de los medios de comunicación de modo muy efectivo.
Agregó que actualmente Chile corre el riesgo de que empresas multinacionales de alimentos lo denuncien ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por su compromiso de proteger la salud pública regulando las publicidades de ciertos productos.
Esto ocurre en un país donde el 60 por ciento de la población padece sobrenutrición y una persona obesa muere cada hora, según el representante permanente de Chile en la FAO, Luis Fernando Ayala González.
En su discurso ante los presentes en la conferencia, la reina Letizia de España también admitió la responsabilidad del sector privado, señalando que es necesario ayudar a que los intereses económicos converjan hacia la salud pública. En todo el mundo no hay un solo país que haya logrado revertir la epidemia de obesidad en todos los grupos de edad, destacó.
El resultado de la CIN2 generó consenso en torno a un plan de acción y algunos objetivos clave.
Inculcar a niños y niñas hábitos alimentarios saludables, así como a mujeres que están a cargo de alimentar a sus familias, se reconoció como un factor crucial, igual que la lactancia materna, que debería alentarse (a través de licencias maternales pagadas y de instalaciones para dar de mamar en el lugar de trabajo), y la necesidad de empoderar a las mujeres que trabajan en la agricultura.
Apoyar la pequeña agricultura familiar también dará a las personas mejores oportunidades de comer productos locales, frescos y de temporada, así como frutas y verduras, reduciendo el consumo de alimentos procesados y empaquetados, que a menudo tienen bajo contenido en nutrientes, vitaminas y fibras y son altos en calorías, azúcar, sal y grasas.
Sin embargo, no alcanza con enseñar a las personas cómo comer si no tienen un fácil acceso a alimentos de calidad. De ahí la necesidad de contar con políticas relevantes, dirigidas a la cadena alimentaria y a la distribución.
Iniciativas como el programa Frutas en las Escuelas, propuesto por Nueva Zelanda, van en la dirección correcta, especialmente si se implementan en el marco de una política coordinada que promueva la actividad física y un estilo de vida saludable que combata el consumo de alcohol y tabaco.