El diez por ciento de los alemanes posee el 60 por ciento de la riqueza neta de los hogares, cuando la relación promedio de la OCDE es del 50 por ciento. Y la tendencia podría ir a peor pues desde la entrada del nuevo milenio ha aumentado la desigualdad de los ingresos. Ni siquiera el boom que ha vivido la locomotora económica europea en los últimos años ha servido para maquillar las cifras, ya que las personas con ingresos más bajos no se han beneficiado del crecimiento. Una situación que amenaza con descolgar al 40 por ciento de la sociedad.
La OCDE, fundada en 1960 al rebufo del Plan Marshall y que engloba a las 34 economías más pudientes del mundo, ha recordado a la República Federal Alemana que la brecha entre los diferentes estratos sociales es cada vez mayor. Según el experto Michael Förster, «la clase media-baja alemana puede quedar descolgada».
La dinámica se ha profundizado desde la multiplicación de los empleos 'atípicos', categoría en la que estarían incluidos los mini-jobs, los falsos autónomos y las oportunidades de empleo temporal. «Las condiciones laborales atípicas, ya de por sí precarias, lo son con frecuencia aún más», ha dicho Förster.
En 2013, último ejercicio que recoge el informe 'In It Together: Why Less Inequality Benefits All' (Todos a una: por qué una menor desigualdad beneficia a todos), cuatro de cada diez asalariados germanos participaban de este circuito laboral atípico en el que Alemania está por encima de la media que registra la OCDE, si bien es superada por Estados como Suiza y los Países Bajos.
Los años de bonanza de Alemania apenas han cambiado el escenario, asegura en su informe, de más de 300 páginas, el llamado 'club de los países ricos'. Como explica Förster, no se trata de que se hayan desplomado aún más, sino que «todavía no se han beneficiado del crecimiento económico». Según este experto, los políticos deben prestar mayor atención a este grupo: y «no se trata sólo de los hogares en riesgo de pobreza, sino también de la clase media-baja que se queda atrás». Además de ese ocho por ciento de familias alemanas a las que las estadísticas oficiales consideran pobres, también se refiere por tanto a algunos trabajadores cualificados.
Una tendencia global
El país de Angela Merkel no es empero una excepción sino que forma parte de una tendencia global. En la mayoría de las 44 economías analizadas por la OCDE (entre ellas España, Irlanda, Italia, Grecia, Francia, Portugal y Austria), el abismo entre las clases más enriquecidas y las más empobrecidas es el más grave de las últimas tres décadas.
Una mirada a los datos registrados por la OCDE, cuyo interés no deja de ser el de abrir los diferentes mercados para coordinar políticas económicas, muestra que la tasa de pobreza aumentó más de un punto (hasta el 9,4 por ciento) en toda la zona entre 2007 y 2011. Países como Grecia se habrían llevado la peor parte, alcanzando porcentajes de hasta el 27 por ciento. En el caso de España, las cifras hablan del 18 por ciento, prácticamente una duplicación de la situación de empobrecimiento precrisis.
El perfil de pobreza también ha sufrido cambios en este contexto. Si anteriormente eran los mayores la población en mayor riesgo de pobreza, hoy son los jóvenes. Una vez más, todo apunta a que la principal responsable de este cambio de tendencia en la zona euro sea la crisis económica y financiera.
La desigualdad no sólo ha traído devastadoras consecuencias sociales sino que también ha acarreado efectos económicos no deseados, aseguran los autores del estudio. Según sus cálculos, el aumento de las desigualdades en los últimos 30 años ha provocado que la economía de 19 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos creciera 4,7 puntos menos de lo esperado entre 1990 y 2010. Las cifras son peores en aquellas sociedades en las que el sufrimiento alcanzó a una mayor parte de la población.