Jefes de Estado, organizaciones de la sociedad civil y directores de algunas de las mayores empresas del mundo animan a sus pares a que firmen un acuerdo internacional histórico destinado a frenar la deforestación para el año 2030, aunque otras voces advierten de que la iniciativa se queda corta.
La Declaración de Nueva York sobre los Bosques recibió aproximadamente 150 firmas el 23 de septiembre en la cumbre del clima de la ONU.
Con promesas y metas de los sectores público y privado, la declaración fija, por primera vez, un «plazo» internacional a la deforestación: «reducir a la mitad la tasa de pérdida de los bosques naturales en todo el mundo para el año 2020 y tratar de terminarla... para 2030».
La iniciativa representa uno de los resultados más concretos de la cumbre de la ONU y destaca el interés en el potencial que encierra para el clima la conservación de la cubierta forestal del planeta. El texto del acuerdo señala que, de lograrse los objetivos fijados en el mismo, las emisiones de gases con efecto invernadero podrían descender hasta 8.800 millones de toneladas por año en 2030.
Pero grupos de la sociedad civil expresan su inquietud particularmente por el extenso plazo dado para frenar la deforestación y la debilidad de los mecanismos de aplicación del acuerdo. De hecho, el instrumento no es legalmente vinculante para los Estados ni las empresas.
«El plazo hasta 2030 permitiría que la deforestación continúe durante 15 años. Para entonces, la declaración se cumpliría a sí misma ya que no quedarían muchos bosques que salvar», advierte Susanne Breitkopf, asesora de Greenpeace.
«Del mismo modo, no se debería permitir que las empresas privadas continúen la deforestación... hasta 2020. Deben detener sus prácticas destructivas y la violación de los derechos humanos de inmediato», añade.
Una organización de Nigeria también cuestiona el plazo que fija la declaración. «La declaración hará que quienes tienen la capacidad para la destrucción masiva de los bosques de la comunidad piensen que tienen hasta 2020 para continuar haciéndolo sin controles y sin trabas. Esto es peligroso», manifiestan en el Centro de Recursos y Desarrollo de los Bosques Tropicales.
Estas empresas, «en su conjunto tienen la capacidad de acabar con valiosas zonas forestales comunitarias del tamaño de India en unos pocos años», afirma el grupo. El acuerdo de Nueva York debería haber fijado «sanciones definidas» a partir de este año, añade.
Una alianza poderosa
La declaración ha recibido el apoyo inicial de 32 gobiernos, aunque Brasil es una de las ausencias que se destacan. Además de detener la deforestación, el proyecto se propone recuperar 350 millones de hectáreas de tierras degradadas para 2030.
La iniciativa también ha recibido el respaldo formal de 40 empresas transnacionales, y busca «ayudar a cumplir» las metas del sector privado para detener la deforestación vinculada a las materias primas a finales de esta década.
Por otra parte, el Foro de Bienes de Consumo, que reúne a 400 empresas de todo el mundo con ventas que suman tres billones de dólares, se comprometió a eliminar la deforestación de sus cadenas de suministro para 2020.
«Una poderosa alianza de empresas, gobiernos y la sociedad civil se ha unido para firmar la Declaración de Nueva York con el fin de detener la destrucción de los bosques naturales y recuperar aquellos que están degradados», dice Helen Clark, administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en un vídeo publicado el 30 de septiembre.
«Para cumplir con la declaración, las empresas y las comunidades les piden a los gobiernos que exhiban un fuerte liderazgo para alcanzar un acuerdo sobre el clima en París el próximo año. Así que invitamos a todos los interesados a sumarse a este esfuerzo mediante la firma de la Declaración de Nueva York sobre los Bosques», añadió.
A la petición de Clark se suman en el vídeo las voces de las jefas de gobierno de Noruega y Liberia y de los directores de las empresas de productos de consumo Unilever y de aceite de palma Golden Agri Resources, junto a las organizaciones Fondo Mundial para la Naturaleza y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI).
Para el WRI, el acuerdo es «la declaración más clara hasta la fecha de líderes mundiales de que los bosques pueden ser una fuerza importante para lidiar con el problema del cambio climático». La organización calcula que la recuperación de solo 150 millones de hectáreas de tierras degradadas podría ayudar a alimentar a 200 millones de personas más en 2030.
Según estadísticas de la ONU, desaparece una media de 13 millones de hectáreas de bosques por año. Si bien la importancia de esos bosques recibe en la actualidad un interés renovado con el fin de frenar el cambio climático, la destrucción de zonas forestales también repercute en las economías y la supervivencia de las poblaciones locales.
En muchos lugares, la tala ilegal de los bosques está estrechamente relacionada con el mal gobierno y la corrupción. No obstante, gran parte de la deforestación actual tiene su origen en la producción agrícola a gran escala para suministrar materias primas a otros países.
Un estudio de la organización Tendencias Forestales revela que por lo menos la mitad de la deforestación mundial se realiza de manera ilegal y en apoyo de la agricultura comercial, sobre todo para abastecer los mercados extranjeros.
En general, cerca del 40 por ciento del aceite de palma y el 14 por ciento de la carne de vacuno que se comercializa en el mundo proviene de tierras despejadas ilegalmente, según la organización.