Es difícil ser críticos cuando el fondo de la cuestión es una consulta democrática, así que todos, entre la estupefacción y la indignación, han dicho respetar la decisión del primer ministro, Yorgos Papandreu, de convocar un referéndum sobre los planes europeos sobre Grecia: condonación del 50% de su deuda y un segundo programa de rescate por 130.000 millones de euros, a cambio de profundizar en los ajustes presupuestarios.
Desde la Comisión Europea y el Consejo solo se atrevieron a decir que estaban convencidos de que Grecia cumplirá sus compromisos. El presidente francés, anfitrión de la cumbre del G20, habló con la canciller alemana, Angela Merkel, y reconoció públicamente que «es legítimo dar la palabra al pueblo», pero también que el «acuerdo de la eurozona es la única vía posible para resolver el problema de la deuda».
Para mayor confusión, Sarkozy confesó que el anuncio ha sorprendido a toda Europa y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker mostró su malestar por una decisión de esa importancia en Grecia sin consultar o informar a los demás socios europeos. Sin embargo, Papandreu asegura que «los socios internacionales de Grecia estaban al tanto de mis intenciones del referéndum y respetarán y apoyarán las resoluciones del país».
Con este embrollo entre las manos, en vísperas de la cumbre de los países ricos y emergentes del mundo, todo se ha precipitado. Los viajes a Cannes se adelantan y esta misma tarde, Sarkozy, Merkel y Juncker se reunirán con la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y un representante del Banco Central Europeo.
Otra reunión posterior con Papandreu será la clave para poder dar un mensaje creíble a la opinión pública internacional y a los mercados, hundidos ayer ante el pánico por la inestabilidad en la eurozona.
El G20 ha presentado un programa ambicioso para esta cumbre, en la que se debía tratar sobre la implantación de una tasa sobre las transacciones financieras, la cotización de monedas en los países emergentes o la gobernanza económica mundial.
La propia Unión Europea presentó a los líderes de la cumbre una lista de prioridades, con la premisa de que Europa ha cumplido su parte y toca un esfuerzo colectivo mayor, en la que cita la reforma del sistema monetario internacional, dotar de mayor recursos al FMI, la regulación de las agencias de calificación, el cambio climático o la seguridad alimentaria.
Todo queda de momento en un segundo plano. El primer ministro griego ha defendido su intención de convocar el referéndum y se sigue moviendo en clave de política interna. Sus críticas van hacia la oposición conservadora: «Los únicos que desean que Grecia quiebre son aquellos que ya han quebrado y quieren traer inestabilidad», dijo Papandreu anoche tras un maratoniano consejo de ministros.
El ministro griego del Interior, Haris Kastanidis, no descarta que la consulta se celebre en diciembre y asegura que no se preguntará a los griegos sobre la permanencia en el euro, sino sobre si se acepta el acuerdo de la eurozona o no.