Pero el punto medular, logrado en el amanecer del domingo, fue el acuerdo de todos los gobiernos de que debe negociarse un nuevo tratado mundial para abatir las emisiones para 2015. Aunque esto pueda parecer la simple decisión de celebrar más reuniones, esta es la primera vez que todas las naciones admiten ser gobernadas por un régimen específico en el marco de la CMNUCC.
De momento, con las promesas voluntarias de recorte de emisiones que se hicieron en 2009 por los países industriales, China, Brasil, Sudáfrica, India y otros en el marco del Acuerdo de Copenhague, está claro, según la ciencia climática que la temperatura media del planeta se elevará 3,5 grados centígrados respecto de la era preindustrial. Incluso algunos análisis afirman que la temperatura subiría más, entre cuatro y cinco grados, lo que pondría en peligro la supervivencia de la especie humana.
Pese a las declaraciones políticas de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, lo cierto es que las promesas de reducciones de las naciones en desarrollo son mayores que las que ha hecho el mundo industrial que es responsable del 75 por ciento de todas las emisiones humanas causantes del calentamiento. «Aún no hay nuevas promesas sobre la mesa, y lo que se ha aceptado en Durban respecto a elevar las exigencias y los recortes es incierto en cuanto a su resultado», dijo Bill Hare, director de Climate Analytics, un grupo asesor sin fines de lucro con sede en Alemania.
La presidenta de la 17 Conferencia de las Partes (COP 17) de la CMNUCC, la sudafricana Maite Nkoana-Mashabane, fue una de las participantes que rogaron a los gobiernos que olvidaran sus intereses «por el bien superior del planeta y de sus pueblos».
Países ricos como Estados Unidos, Canadá y Arabia Saudita han bloqueado las conversaciones en muchos frentes, para frustración y amargura de los países más pequeños y desfavorecidos. «La triste noticia es que los saboteadores conducidos por Estados Unidos se anotaron el éxito de incluir una cláusula de escape que podría impedir fácilmente que el próximo gran tratado climático sea legalmente vinculante», dijo el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Kumi Naidoo.
Incluso si en 2015 se aprobara un estricto tratado legalmente vinculante, deberá ser ratificado por los gobiernos para entrar en vigor. El Protocolo de Kyoto se adoptó en 1997, pero no entró en vigor hasta 2005. Esperar hasta 2020 para efectuar drásticas reducciones de la contaminación obligará a ir mucho más a fondo, con mayores costos, para mantener la esperanza de que la temperatura global no suba más de dos grados, nos dijo Hare .
Por su parte Alden Meyer, director de estrategia y política de la organización estadounidense Unión de Científicos Preocupados advierte de que «La aspiración colectiva de reducción de emisiones debe elevarse muy pronto y de manera sustancial». Varios estudios sostienen que las emisiones mundiales de gases invernadero deberían alcanzar su punto más alto entre 2015 y 2020 y luego declinar, si se encuentra una posibilidad razonable de controlar la temperatura a un costo razonable. Si el pico y la declinación se producen más tarde, los costos y los riesgos se dispararán. Meyer insiste, «Los discursos contundentes y los eufemismos no pueden alterar las leyes de la física. La atmósfera responde solo a una cosa, las emisiones».
Está claro que en las dos últimas semanas los gobiernos han escuchado a las corporaciones contaminantes y no a sus pueblos, dice Naidoo en un comunicado. La Plataforma de Durban incluye un segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto que debería comenzar en enero de 2013 para evitar una brecha tras el fin del primer plazo, en diciembre de 2012. Su duración y alcance serán discutidos en la COP 18 que se llevará a cabo en Qatar.
Los países en desarrollo insistieron en esta condición, pese a que el Protocolo solo obliga a pequeñas reducciones de los países industriales europeos, Canadá, Australia, Japón y unos pocos más. Estados Unidos permanece fuera del Protocolo de Kyoto, y Canadá ignoró sus obligaciones y aumentó sus emisiones y ahora, junto con Japón y Rusia, afirma que no se sumará a un segundo período de compromisos.
La continuidad de Kyoto es «significativa», dijo la secretaria ejecutiva de la CMNUCC, Christiana Figueres. Los países partes deben presentar sus ofertas de reducción para mayo de 2012. Pero no hay una adopción formal del segundo período en el texto actual, dijo Pablo Solón, exjefe de la delegación de Bolivia ante la Convención. «La decisión real se ha pospuesto hasta la próxima COP», y el Protocolo sigue «en terapia intensiva», aseveró.
El único progreso del Fondo Verde para el Clima ha sido su diseño y administración. Se supone que debe distribuir unos 100.000 millones de dólares de asistencia a los países en desarrollo, a partir de 2020, para ayudarles a reducir sus emisiones y adaptarse al cambio climático. En Durban no ha habido compromisos sobre el origen del dinero. Se ha acordado establecer un «plan de trabajo» para movilizar recursos de fuentes públicas y privadas. Estas últimas incluyen de manera explícita a los mercados de carbono, ya que los gobiernos del Norte industrial se escudan en la crisis financiera y económica que les ata las manos.
La sociedad civil y algunos países en desarrollo han destacado que los gobiernos han entregado billones de dólares a bancos y entidades financieras y que el presupuesto militar mundial supera en más de 10 veces lo que necesita el Fondo Verde para el Clima.
Pese a que el mercado de carbono está en baja, Estados Unidos, la Unión Europea, Nueva Zelanda y Japón, entre otros, consideran al sector privado como socio clave para financiar la respuesta al cambio climático. Los mercados de compra y venta de compensaciones de carbono son un sistema muy polémico y complejo en cuanto a mediciones y propiedades del carbono en el suelo o los bosques, entre otros aspectos. También subsiste el cuestionamiento ético de que los países ricos compensen su propia contaminación comprando bosques o tierras en naciones pobres. «Mantengan las metas, dejen los mercados», reclamó Oscar Reyes, de Amigos de la Tierra Gran Bretaña en los últimos días de la COP 17. «Nos preocupa que cuando el Fondo Verde tenga recursos se los preste al sector privado para impulsar el mercado de carbono», objeta.
«Al mirar las pasadas conferencias, parece más efectivo que sus miembros salgan fuera de los recintos y planten árboles durante dos semanas. Probablemente lograrían más impacto», dijo el joven de 14 años Felix Finkbeiner, de Alemania. Finkbeiner ha creado una organización infantil llamada Planta para el Planeta que ahora trabaja en 70 países y ha cultivado casi cuatro millones de árboles en los últimos cuatro años. Su lema es «Basta de hablar, empieza a plantar».