La Unión Demócrata Cristiana / Unión Social Cristiana alemana cosechó los mejores resultados de su historia, logrando 311 diputados (de los 630 posibles) con el 41,5 por ciento de los votos. Insuficiente sin embargo para reeditar una mayoría absoluta que en Alemania no se produce desde la victoria de Konrad Adenauer (también de la CDU), hace ya más de medio siglo, en 1957. La posibilidad de un único partido en el poder no seduce sin embargo a los alemanes, pues el 64 por ciento apuesta por un gobierno en coalición, según el sondeo efectuado por Deutschlandtrend (Tendencia de Alemania) del canal público de televisión ARD.
Angela Merkel también parece estar por la labor de extender la mano, aunque sabe que esta vez no podrá contar con los liberales del FPD, quienes han quedado por debajo del 5 por ciento, el mínimo exigido para lograr representación parlamentaria. La canciller ya ha confesado contactos con los socialdemócratas del PSD (192 diputados con el 25,7 por ciento de apoyo) para formar una gran coalición. Los Verdes (63 diputados con el 8,4 por ciento de representación) serían la segunda aunque más improbable opción como socios en el Parlamento.
Alemania apunta en todo caso a un Gobierno compartido. Es la constatación de un hecho que se extiende por toda la UE: 23 de sus 28 Estados miembros están gobernados por coaliciones. El cambio de tendencia está relacionado con la actual crisis global, que ha empujado a la Unión Europea hasta una situación muy comprometida. Así lo considera al menos el investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos (IER) Alfredo Crespo: «Las coaliciones vienen dictadas más por la necesidad que por el compromiso, debido a que los partidos políticos tienen actualmente más dificultades que antaño para lograr mayorías absolutas. Hoy los partidos tradicionales sufren descrédito ante la ciudadanía».
La Unión Europea alberga coaliciones de muy diferente naturaleza. Tres son consideradas de 'izquierdas': Dinamarca (Partido Socialdemócrata, una coalición minoritaria de socialdemócratas y la Izquierda Radical con apoyo de la Alianza Rojo-Verde y diputados independientes), Francia (Partido Socialista, Los Verdes y el Partido Radical de Izquierda) y Lituania (Partido Socialdemócrata, Partido Laborista, Orden y Justicia, y la Acción Electoral de los Polacos Lituanos).
Mientras que sólo uno de los pactos recibe el rótulo de 'derechas': Hungría (Unión Cívica Húngara y Partido Popular Demócrata Cristiano). Entre medias, y siempre teniendo en cuenta que las etiquetas políticas no dejan de ser subjetivas, siete están ubicadas en el 'centro' (Austria, Bélgica, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia y Luxemburgo), otras siete en el 'centro-derecha' (Alemania, Estonia, Letonia, Polonia, Portugal, Reino Unido y Suecia,) y cinco en el 'centro-izquierda' (Bulgaria, Croacia, Eslovenia, Finlandia y Rumanía).
Algunos de los pactos post-electorales son «ciertamente contra natura; el deseo de gobernar precede a la creación de una suerte de frente común para encarar la crisis. Aun así, una vez consumada la coalición, es destacable que la retórica argumental sí apela a la importancia de sumar esfuerzos», resume el investigador del IER, autor del libro 'Cameron. Tras la senda de Churchill y Thatcher'.
Las alianzas políticas en el seno de la UE también varían en cuanto al número de partidos políticos que abarcan. Desde la opción bipartidista repetida en una docena de ocasiones (Alemania, Austria, Bulgaria, Estonia, Grecia, Holanda, Hungría, Irlanda, Luxemburgo, Polonia, Portugal y Reino Unido), a la tripartidista que disfrutan cuatro países (Dinamarca, Francia, Letonia, Rumanía), pasando por los cuatro socios de gobierno que tienen cinco Estados (Croacia, Italia, Eslovenia, Lituania y Suecia,) hasta llegar incluso a seis, como ocurre en Bélgica (flamencos: Partido Cristiano-Demócrata y Flamenco, Open Vld y Partido Socialista-Diferente; valones: Partido Socialista, Movimiento Reformador y Centro Democrático Humanista) y Finlandia (Coalición Nacional, Partido Socialdemócrata, Alianza de la Izquierda, Liga Verde, Partido del Pueblo Sueco y Demócrata Cristianos).
«Actualmente nos encontramos ante una mayor oferta de partidos políticos, entre otras razones, por el desgaste que han sufrido las formaciones tradicionales. A los partidos tradicionales les cuesta más lograr mayorías absolutas, de ahí que deban pactar con otras opciones, generalmente minoritarias», considera Crespo.
Las coaliciones son asimismo fruto del sistema de representatividad adoptado por toda la UE a excepción del Reino Unido, donde prima un sistema mayoritario a una vuelta de tipo nominal, caracterizado porque en cada inscripción electoral se elige solamente a un diputado. Aun así, incluso en el Reino Unido el Partido Conservador y el Partido Liberal Demócrata se reparten el poder.
Hay que tener en cuenta igualmente que las sociedades europeas son hoy multiculturales y que «los intereses del electorado cada vez son más y más diversos, de ahí que, en ocasiones, sectores concretos de los electores acusen al partido al que han votado tradicionalmente de no centrarse lo suficiente en una demanda concreta».
España, entre las cuatro excepciones más una
Junto a España (Partido Popular), Chipre (Unión Democrática), Eslovaquia (Movimiento para la Democracia) y Malta (Partido Laborista) son los otros cuatro Estados de la Unión Europea regidos sin coalición alguna.
La República Checa es una excepción, desde que el pasado mes de agosto el Gobierno tecnócrata encabezado por el exsocialdemócrata independiente Jiri Rusnok (nombrado para el cargo en junio) cayera al no poder superar un voto de confianza en el Parlamento. Desde entonces el Ejecutivo ejerce en funciones, situación que cambiará con las elecciones previstas para finales de octubre.
En estas cuatro excepciones más una, es el partido político en el poder el que acarrea con (casi) todo el desgaste que supone la crisis. Gobernar en coalición es una forma de repartir la erosión y, en estos casos, es fundamental observar qué carteras corresponden a cada uno de los socios.
La pregunta del millón es si las coaliciones han llegado para quedarse mucho tiempo o si, por el contrario, durarán lo que dure la crisis. Para Crespo, «la clave está en ver si los partidos tradicionales serán capaces de recuperar el crédito ante los electores, lo cual puede estar vinculado a la aparición de nuevos cuadros directivos. Igualmente, no perdamos de vista la irrupción de formaciones lideradas por políticos que hasta ahora no habían ejercido esa actividad como tal, lo que les ofrece un plus de legitimidad».