El colapso económico que vivió Islandia en 2008 se distingue de los de otros países porque afectó más a la salud física y mental de las mujeres que a la de los hombres, según demuestran nuevos estudios.
Las desempleadas, las estudiantes y las que no participan en el mercado de trabajo padecieron niveles particularmente elevados de estrés en el año posterior a la crisis, junto a las mujeres próximas a la edad de jubilación (67 años en Islandia) y a las que no tienen especialización laboral, según una investigación concluida en 2013 entre personas que fueron entrevistadas antes y después de la debacle financiera.
«La mayor parte de las investigaciones sobre personas que experimentaron reveses económicos se han orientado a los hombres, y sí, quienes estudiaron a ambos sexos hallaron que los hombres se ven más afectados que las mujeres. Nuestros resultados sobre los efectos del colapso económico son poco comunes, por ejemplo, que el efecto sobre la salud mental parece ocurrir principalmente en las mujeres», señala Unnur Anna Valdimarsdottir, del Centro de Ciencias de la Salud Pública (CPHS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Islandia.
«Las mujeres se vieron más afectadas por el colapso económico y la posterior recesión en Islandia de lo que se ha informado o visto en otros países», afirma Chris McClure, estudiante de doctorado en el CPHS.
«La mayor parte de la investigación hasta la fecha indica que los hombres son los más perjudicados. Lo ocurrido en Islandia es singular y puede ser un indicio de varios factores, como la pesada carga psicológica que llevan las mujeres islandesas al tener que mantener el hogar, el empleo, sus relaciones y familias», dice.
McClure señala que pocos informes de prensa han destacado las consecuencias negativas de la crisis en Islandia. La mayor parte se concentraron en la resiliencia y el poder de recuperación de su población. «Declaraciones como estas, en épocas de austeridad, pueden provocar efectos negativos en la población».
Los grupos vulnerables son más propensos al estrés, señalan los autores del estudio. Por ejemplo, es posible que las mujeres mayores de 60 años hayan experimentado una mayor inseguridad laboral o la perspectiva de la desaparición de sus pensiones o ahorros de toda la vida, así como la incertidumbre de hallar trabajo si eran despedidas.
En el caso de las trabajadoras sin especialización, la causa del mayor estrés puede encontrarse en el hecho de tener una ocupación fácilmente descartable o sin la capacitación necesaria para conseguir otro trabajo.
Antes, las investigaciones sobre la relación entre el desempleo y las consecuencias psicológicas se concentraban en los hombres, pero en general en esas sociedades estudiadas era común que los hombres fueran el sostén de sus familias.
Este no es el caso de Islandia. Con una de las tasas de empleo más altas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que tiene entre sus 34 miembros a todos los países ricos, las mujeres islandesas representan aproximadamente el 80 por ciento de la fuerza laboral, casi a la par que los hombres, que llegan al 85 por ciento.
Las pérdidas económicas y laborales en las semanas del colapso financiero fueron una gran amenaza para la seguridad de las familias, lo que pudo haber afectado de manera distinta a las mujeres que a los hombres. Los autores consideran que esta es una de las razones de esa diferencia.
Pero no solo las enfermedades derivadas del estrés afectan más a las mujeres que a los hombres en este país. La semana en que los bancos se desplomaron, la cantidad de mujeres que visitaron el departamento de emergencia cardíaca del hospital de la universidad nacional, Landspitali, subió un 40 por ciento, mientras que el número de mujeres diagnosticadas con enfermedades cardíacas creció un 80 por ciento.
Valdimarsdottir es una de las personas que estudió esta situación. «Los acontecimientos estresantes... afectan más a las enfermedades cardíacas de las mujeres que a las de los hombres, y es posible que distintos factores estresantes sean específicos de un género», sostuvo.
«Por ejemplo, existe una dolencia derivada del estrés llamada cardiomiopatía (síndrome del corazón roto) que prácticamente solo se encuentra en las mujeres, pero no es fatal y por lo general solo dura unos días», explica.
A la científica y sus colegas en CPHS también les interesa estudiar tendencias en los nacimientos, los intentos de suicidio y los resultados sanitarios a largo plazo en ambos géneros, que podrían estar relacionados con la crisis financiera.
Los únicos hombres a los que se encontró mayor grado de estrés estaban casados o pertenecían al grupo de ingresos medios. Las mujeres en el grupo de ingresos medios también experimentaron un aumento del estrés, aunque no tanto como las jóvenes. En ambos casos, esto podría deberse en gran parte a la fuerte subida de las cuotas de las hipotecas que se produjo inmediatamente después del cierre de los bancos.
McClure agrega que las mujeres fuman más que los hombres en Islandia. «Nuestras conclusiones apuntan a un fuerte vínculo entre el cese del consumo de tabaco y los niveles de estrés. Es más, hallamos que era mucho menos probable que las mujeres dejaran de fumar después del colapso, en comparación con los hombres, lo cual está vinculado a los grados de estrés».
Las cifras del Directorio de Salud revelan que la cantidad de abortos aumentó desde la crisis bancaria. Pero Hildur Bjork Sigbjornsdottir, quien compiló estos números, nos dijo que es imposible determinar las razones, ya que la decisión de interrumpir un embarazo suele obedecer a más de un motivo. «En general, es una combinación de varios factores sociales», agrega.