Hace 2.800 años las civilizaciones de los periodos griego y romano vivieron un gran desarrollo minero, metalúrgico, cultural y tecnológico, los restos fueron a parar al Mediterráneo y allí se quedaron atrapados en las praderas de Posidonia oceánica.
El investigador del CSIC en el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, Oscar Serrano, lo explica, «Estos depósitos son un registro privilegiado para la reconstrucción del pasado en la costa mediterránea, un área especialmente expuesta a las perturbaciones naturales y antropogénicas».
El estudio señala que hace 2.800 años comenzaron a acumularse los residuos de metales, hacia 2.500, sobre todo durante el periodo romano, se detecta un aumento en la cantidad de zinc, plomo, cadmio, cobre , arsénico y hierro.
En los últimos 1.200 años la presencia de metales en el Mediterráneo va haciéndose más evidente y se acelera de una manera notable en los últimos tres siglos y medio a partir de la revolución industrial, especialmente en plomo, zinc y arsénico.
Para Oscar Serrano, frente a la «clara regresión» que están sufriendo los ecosistemas marinos la «posidonia demuestra ser un gran filtro y sumidero de polución en primera línea de costa».
El trabajo analiza la concentración de residuos metálicos en los sedimentos de las praderas de Posidonia oceanica de la bahía de Port Lligat (Girona). Dichas praderas se extienden 94.315 metros cuadrados y cubren el 69% de los fondos de la bahía. Los sedimentos estudiados alcanzan los 5 metros de espesor y reflejan 4.500 años de antigüedad.