Más de 3.000 delegados de 194 países han acudido a la cita de la ONU en Tianjin donde han celebrado más de un centenar de reuniones que no han llegado a nada. Por primera vez una reunión de este tipo se celebraba en una ciudad China, al menos habrá servido para limpiar un poco la cara a los alrededores y ahorrar alguna contaminación a los ciudadanos.
Una prueba del escaso avance que se ha logrado es que el discurso final de la representante de la ONU para el cambio climático, Christiana Figueres, fue muy similar al que pronunció el día de la inauguración. Todos los buenos deseos se aplazan de nuevo y esta vez será en la Conferencia definitiva en la ciudad mexicana de Cancún, que comienza a finales de noviembre. Si en esa conferencia no se toma una resolución sobre qué hacer cuando finalice el Protocolo de Kyoto en 2012, es muy probable que haya que dar por perdida la lucha contra el cambio climático y solo quede adaptarse. Es una opción.
Sólo ha habido pequeños avances en cuestiones que ya figuraron en el acta de la Conferencia de Copenhague. Se trata del Fondo Verde, un mecanismo de transferencia de tecnologías limpias para ayudar a los países más pobres a adaptarse a los impactos del cambio climático y la lucha contra la deforestación. Pero no es definitivo. Todavía deberá ser discutido y refrendado en Cancún.
Y faltaba el plato fuerte, un enfrentamiento directo entre las dos potencias a las que en cuestiones del clima sólo les une ser las causantes de casi el 50% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
EE UU acusó a China y a otros países emergentes como India y Brasil, de falta de transparencia en sus planes para luchar contra el calentamiento global, China por su parte acusó a Washington de bloquear las negociaciones.
El jefe negociador estadounidense en Tianjin, Jonathan Pershing, aseguró que no hay equilibrio entre lo que buscan países desarrollados y en desarrollo y concluyó que el diálogo «está en peligro».
El representante chino contestó que «hay países que cuando no hacen nada buscan una cabeza de turco» y lo comparó a un cerdo que se mira en un espejo.
La ONU intentó quitar hierro al enfrentamiento diciendo que son diferencias que deberían dirimir bilateralmente.
Con estos ruidos, la Unión Europea «la única región en el mundo con legislación vinculante de reducción de emisiones» como dijo uno de los representantes en la conferencia, Jurgen Lefevre, está pasando a un nivel secundario en las negociaciones.
En la conferencia de Copenhague, Pekín ligó su reducción de dióxido de carbono al crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB) del 40% al 45% entre 2005 y 2020.
Por su parte EE UU lo fijó en una reducción del 17% también entre 2005 y 2020.