En estos momentos los nuevos edificios utilizan la mitad de la energía que en la década de 1980 y la industria un 19% menos que en 2001. Esta reducción va más allá del ahorro de energía del 25% que se requiere para lograr una reducción del 40% de las emisiones de CO2 para el año 2030.
Günther H. Oettinger, vice-presidente de la Comisión responsable de energía, dice que el objetivo «es ambicioso al mismo tiempo que realista» esta estrategia de eficiencia energética completará la que se presentó en enero de 2014 a la vez que se propone lograr un equilibrio adecuado entre beneficios y costes.
La Comunicación sobre eficiencia energética presentada este jueves pasa revista al progreso que se ha hecho hasta aquí para llegar al 20% de eficiencia energética que con lo conseguido hasta ahora podría ser de un ahorro energético del 18-19% en 2020.
Un objetivo fácilmente alcanzable si todos los países de la UE aplicaran plenamente la legislación ya acordada. En la actualidad, solo Italia, Chipre, Dinamarca, Malta y Suecia han transpuesto plenamente la Directiva de Eficiencia Energética a su legislación nacional. El plazo límite para hacerlo era el 5 de junio.
La Comisión no tiene intención de proponer nuevas medidas, pero pide a los Estados miembros que intensificar sus esfuerzos para garantizar que llegarán a la meta en 2020.
Beneficios de las políticas de eficiencia energética actuales
Entre las ventajas demostradas para las empresas y los consumidores están la reducción en casi un 19% entre 2001 y 2011. Se espera que los aparatos más eficientes como refrigeradores y lavadoras ahorren a los consumidores unos 100 mil millones de euros al año. Alrededor de 465 euros por hogar en las facturas de energía para el año 2020.
A largo plazo se espera que por cada 1 por ciento adicional en el ahorro de energía, las importaciones de gas de la UE sean un 2,6% menos, disminuyendo así la dependencia de proveedores externos.
Los nuevos edificios consumen la mitad de energía hoy en día que la que consumían en la década de 1980. Habrá más edificios energéticamente eficientes que ofrecerán «beneficios secundarios» a las personas que vivan y trabajen en ellos, además de la reducción de las facturas de energía. Por ejemplo, mejores ventanas pueden proporcionar una mayor calidad del aire y protección contra el ruido externo.
Las políticas de eficiencia energética creará nuevas oportunidades para las empresas europeas, como constructoras y fabricantes de equipos que a su vez crearán puestos de trabajo. La Comisión Europea revisará el progreso sobre la eficiencia energética en 2017 y estudiará si debe de tener en cuenta indicadores adicionales tales como la intensidad energética, y proyecciones sobre el PIB y el crecimiento demográfico.