El comisario de salud y consumo, Tonio Borg, ha dejado claro, que hasta la fecha no existen evidencias claras de que los productos precocinados con carne de caballo en vez de ternera como pone en el etiquetado, supongan una crisis sanitaria. El comisario ha recordado que la empresa alimentaria es la responsable de asegurar que se cumplen todos los requisitos de impone la legislación europea.
La comisión ha instado a los países a realizar pruebas de ADN a los productos de carne de res. «El plan recomienda llevar a cabo controles de ADN en todos los Estados miembros», ha dicho Borg, que ha anunciado que el viernes se reunirá el Comité Permanente de la Cadena Alimentaria y de Sanidad Animal (CPCASA) para determinar las investigaciones que se han realizado hasta ahora y coordinarlas. De momento durante el mes de marzo todas las investigaciones serán controladas por este comité que deberá presentar sus informes antes del 15 de abril.
El escándalo por la carne de caballo oculta bajo la etiqueta de carne de vacuno comenzó en enero, cuando se detectaron rastros de carne equina en hamburguesas en venta en supermercados en Gran Bretaña e Irlanda. La semana pasada se constató que una lasaña congelada, en cuya etiqueta se declaraba un contenido de carne de vaca, contenía en realidad un 100 por cien de carne de caballo. Las primeras pistas de la investigación conducen a productores franceses que elaboran carne rumana y polaca. Las autoridades francesas y otros países de la Unión Europea no saben, hasta el momento, a ciencia cierta cuándo ni dónde se inició la estafa.
Los británicos, los más afectados, ya que en ese país comer carne de caballo es un tabú, acusan a la UE de haberles obligado en 2012 a modificar su legislación ya que una técnica de extracción de la carne del hueso de los animales no podía etiquetarse como carne envasada. Según el gobierno de Cameron, esa prohibición obligó a la industria a buscar carne más barata en otros países.
Los expertos en alimentación señalan que la globalización ha potenciado la industria, pero también ha dado lugar a un complejo sistema de suministro que aumenta el riesgo de adulteración, ya sea por negligencia o porque alguien intenta defraudar ofreciendo productos más baratos como algo que no son.
Aunque las autoridades europeas han dicho que no hay problema para la salud, los veterinarios del Reino Unido han pedido una investigación para que se compruebe qué alimentos habían comido los animales sacrificados, por si hubieran sido engordados con anabolizantes. Si fuera así, dejaría de ser un problema de fraude para ser un problema sanitario.