Una hora ha durado el color rojo en los luminosos de las principales plazas europeas. La bolsa de Madrid registraba a primera hora de la jornada las caídas más acusadas, al dejarse un 1,14% y perder la barrera psicológica de los 10.500 puntos. Pero a media sesión la situación daba la vuelta y el Ibex 35 ha cerrado con unas ganancias de más del 1%, rozando los 10.700 puntos.
Algo similar ocurría en Milán o París, donde las pérdidas iniciales se habían transformado en subidas de más del 0,3% a media mañana. Al final, el Cac francés ha avanzado el 0,7% y el Mib italiano el 1%. La bolsa de Fráncfort, por su parte, conseguía remontar un 1,3% tras perder más del 0,5% en la apertura.
El vuelco ha sido tal, que sólo las plazas de Londres y Atenas han cerrado en rojo. Como era de esperar, la bolsa griega ha sido la más perjudicada por las dudas de los inversores ante la victoria de Syriza. En su apertura ha llegado a perder el 5%, y no ha conseguido remontar hasta que no se ha anunciado un pacto de Gobierno con la derecha nacionalista. Al final de la jornada conseguía minimizar las pérdidas al 3,2%.
Contra todo pronóstico, en el merado de deuda, la victoria de Alexis Tsipras solo ha afectado a los activos griegos, provocando que el interés del bono a diez años alcanzara en un momento dado el 11%, para poco después estabilizarse en torno al 9%. Según los analistas, los inversores se mantienen a la expectativa hasta ver las posiciones que adoptan Alexis Tsipras y el Eurogrupo ante una futura negociación sobre la deuda y el programa de rescate. Además apuntan a que el plan de compra de deuda pública que anunció el BCE la semana pasada, más ambicioso de lo previsto en un primer momento, está ayudando a contener los temores de los inversores.
Convulsión política
Frente a la aparente calma de los mercados, los que sí han reaccionado han sido los dirigentes políticos, que se han apresurado a lanzar mensajes a Grecia advirtiendo de la necesidad de cumplir lo pactado con Bruselas. Uno de los primeros en pronunciarse ha sido el Gobierno alemán, que a través de su portavoz, Steffen Seibert, ha mostrado su convicción en que el Ejecutivo de Alexis Tsipras continúe con la senda marcada por el anterior primer ministro, Andonis Samarás. «Grecia ha logrado reformas exitosas en los últimos tiempos y esperamos que el nuevo Gobierno mantenga este curso reformista», ha advertido. «Para nosotros es importante que las medidas del nuevo Gobierno estén dirigidas a la continuación de la recuperación económica, lo cual implica que se respeten los acuerdos adquiridos».
Más tajante ha sido la reacción del primer ministro británico, David Cameron, que en su cuenta de Twitter ha vaticinado que «las elecciones griegas aumentarán la inseguridad económica en Europa». François Hollande, presidente de Francia, ha mostrado su intención de mantener una «estrecha cooperación». En un comunicado ha recordado la amistad que une a Francia y Grecia y ha mostrado su deseo de que las relaciones bilaterales continúen con «espíritu de progreso, solidaridad y responsabilidad».
Más conciliador ha sido el mensaje de la Comisión Europea, que a través de su portavoz, Margaritis Schinas, ha subrayado el «respeto» por los resultados electorales y ha mostrado su disposición «a seguir asistiendo al país en sus desafíos». No obstante, Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo ha advertido que ve poco probable un acuerdo para perdonar al país heleno parte de su deuda, y ha animado a los Estados miembros a buscar otras alternativas. Uno de los primeros países en pronunciarse a este respecto ha sido Finlandia, que ya ha anunciado que no aceptará una quita de la deuda griega.
Grecia no es España
Entre tanto, en España, los principales partidos políticos repiten sin cesar que «Grecia no es España», evitan cualquier comparación con el país heleno y restan importancia a un posible efecto contagio. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha felicitado a Alexis Tsipras por la victoria electoral, y le ha mostrado su disposición a trabajar «conjuntamente en aras del fortalecimiento de nuestras relaciones bilaterales».
Un mensaje conciliador que ha llegado acompañado de las advertencias que lanzan el resto de voces del PP. En el partido dudan de la eficacia del programa propuesto por Tsipras, recuerdan que todavía no ha aclarado cómo lo pondrá en marcha, y ya hablan de la «frustración» que creará en la sociedad cuando no lo consiga. Además, Esteban González Pons, vicesecretario de Estudios y Programas del PP, ha mostrado sus reticencias ante una quita de la deuda griega. «Si entramos en ese juego de que cuanto más radical vote uno, más deuda se le perdona, hemos abierto la puerta para que se vaya desmembrando la Unión Europea», ha asegurado en una rueda de prensa.
Desde el PSOE también se esfuerzan en marcar diferencias con el PASOK. «El partido socialista griego es víctima de su propia estrategia de sostener a un gobierno de derechas», ha explicado Iratxe García, portavoz del PSOE en el Parlamento Europeo. A su juicio la situación no es comparable con lo que sucede en España y asegura que los resultados suponen «la posibilidad de un cambio y un revulsivo en la situación de Grecia», aunque advierte al nuevo Gobierno que debe actuar con «responsabilidad».
La otra cara de la moneda ha sido la alegría que han mostrad Izquierda Unida y Podemos. Cayo Lara, coordinador federal de IU, entiende que el resultado en Grecia servirá para «lanzar un mensaje a la Troika, a Merkel, a Hollande, a Rajoy, a la banca y a todos los poderes que aplican políticas de austeridad y recorte». Desde la formación liderada por Pablo Iglesias han mostrado su satisfacción porque «Grecia tenga al fin un presidente griego y no un delegado de Angela Merkel».