«Existe un amplio apoyo. Hay ligeras diferencias de opinión, pero no son dramáticas», ha explicado el primer ministro luxemburgués y presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, tras la reunión de ministros de Economía de la zona euro para ampliar y flexibilizar el fondo de rescate para países con problemas de deuda. La cuestión es que Alemania no tiene prisa y no parece aceptar que sea la Comisión Europea la que marque los tiempos de las decisiones en la UE.
El presidente del ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, había pedido que se llegara a un acuerdo en la cumbre europea del 4 de febrero y eso molestó al gobierno alemán, y al francés, que son los que realmente deciden en Europa. De modo que en esta reunión del Eurogrupo se han vuelto a barajar opciones y nada más. Tras el éxito de las emisiones de deuda en España, Portugal y Grecia, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha reiterado que «no es necesaria de momento una decisión urgente».
El comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, sin embargo, insiste en que «hay que mejorar el fondo de rescate para que los mercados financieros no tengan la más mínima duda sobre nuestra capacidad de actuar incluso en los escenarios de mayor estrés».
Alemania, primer contribuyente del fondo
La propuesta de base es duplicar la actual dotación del fondo de rescate hasta los 1.500 millones de euros. Ahora, el Fondo Monetario Internacional aporta al fondo 310.000 millones de euros y la UE, 440.000 millones, pero de éstos realmente están disponibles unos 250.000 millones, porque el resto se destina al fondo de garantía para conservar la máxima calificación crediticia.
Cada país aporta al fondo una cantidad en función de su porcentaje de participación en el capital del Banco Central Europeo, es decir, que Alemania aporta la cuarta parte del fondo, unos 119.000 millones de euros. Por eso Berlín prefiere otra opción que consiste en aumentar la capacidad de financiación del fondo sin modificar el tope de 750.000 millones, reforzando los avales de los Estados miembros. Se estudia también ampliar la capacidad operativa del fondo para que se pueda utilizar en dar préstamos preventivos a los países en apuros o para comprar bonos de esos países directamente, como hace ahora el Banco Central Europeo.
A la vista de las posiciones actuales, lo más probable es que los jefes de Estado y de gobierno de la UE estudien las posibilidades en la cumbre del 4 de febrero y adopten una decisión definitiva en el consejo de primavera, en marzo.
«España no necesita traje a medida»
Como el hipotético rescate a España subyace en todo este asunto, el presidente del Eurogrupo no perdió la oportunidad de lanzar un nuevo mensaje optimista y afirmó que «España es ejemplar en materia de consolidación presupuestaria y de reformas estructurales...Se han adoptado medidas ambiciosas para reducir el déficit, hacer más eficaz el mercado laboral y reforzar el sector financiero».
La vicepresidenta del gobierno, Elena Salgado, dice no temer que los mercados interpreten que la ampliación del fondo de rescate signifique que España necesite asistencia financiera y ha dicho que «España no necesita ningún traje, ni a medida ni no a medida». Aún así, es partidaria de abrir las posibilidades del fondo. «Yo soy partidaria de la flexibilidad. No cierra ninguna opción y, al contrario, abre muchas».