Tropas de seguridad de Kosovo han desfilado en medio del aplauso de miles de personas, en el acto más emblemático de las celebraciones organizadas en Pristina, bajo las banderas del país y de Estados Unidos, su principal aliado. John Kerry, nuevo secretario de estado, ha emitido un comunicado en el que anima a las autoridades a abrirse para «construir unas instituciones democráticas solidas y promover el estado de derecho». En Europa los principales valedores del país son Alemania, Francia y Reino Unido. Rusia sigue vetando su entrada en la ONU. Otros países que no reconocen al país internacionalmente son China, India, España y Bélgica.
Un centenar de países, la mayoría europeos, han reconocido la independencia unilateral de Kosovo, nueve años después de los bombardeos de la OTAN contra Serbia, en la primavera de 1999. Para Serbia sigue siendo su provincia, aunque se han firmado acuerdos entre ambos países, bajo la presión de la Unión Europea, que inició una normalización de las relaciones bilaterales a partir de 2011.
Entre los acuerdos concretados hasta ahora, destaca la gestión común de los pasos fronterizos, y se está avanzando en el desmantelamiento de las «insitituciones paralelas serbios». Otro tema de discusión es el futuro de los serbios que son mayoría en el norte del país. Belgrado pide una autonomía para los 40.000 serbios de la zona y para otros 80.000 repartidos por Kosovo.
Con 1,8 millones de habitantes, un desempleo superior al 40 % y una renta per cápita anual de apenas unos 2.300 dólares por año, la economía apenas ha mejorado desde 2008 y las instituciones estatales son aún muy débiles para luchar eficazmente contra el crimen organizado y la corrupción. Sí han mejorado la educación, la sanidad y las grandes infraestructuras.