La escasez de agua desata guerras interétnicas que siguen segando vidas en Kenia. Los ecologistas y expertos del gobierno alertan que si no se hace nada para educar a las comunidades sobre cómo conservar los valiosos recursos hídricos, la situación se agravará aún más. Treinta y ocho personas murieron el domingo en ataques de venganza en el distrito del delta del río Tana. Entre los fallecidos había ocho niños y niñas, cinco mujeres, 16 hombres y nueve policías.
El incidente se produjo cuando el gobierno anunció que realizaría un ejercicio de desarme en el delta del Tana, tras los últimos enfrentamientos por el agua y los pastos que han dejado más de 80 muertos. El jefe de policía de la provincia, Aggrey Adoli, ha explicado que alrededor de 500 jinetes del grupo étnico Pokomo atacaron la aldea de Kilelengwani, incendiaron un campamento policial y demolieron varias estructuras. El lunes la zona era inaccesible, y los policías tuvieron que usar helicópteros para trasladarse y acabar con la violencia. «Esto fue en represalia por el incidente del jueves, en el que 13 Pokomos fueron asesinados cuando jinetes del grupo étnico Orma atacaron la aldea de Tarassa», señala Adoli.
Pero los conflictos por los recursos no están confinados a esta región. El 22 de agosto, cuatro personas fueron asesinadas en incidentes separados en una aldea del norte del país La policía señaló que las muertes se produjeron en un manantial al que los pastores habían llevado a sus animales. En marzo, 22 personas fueron asesinadas en Mandera, también en esa provincia. Mientras, más de 1.500 han huido de la violencia, cerca de la frontera con Somalia.
Ernest Munyi, funcionario de la Provincia Nororiental y comisionado asistente de la policía regional, explica que los combates son cada vez más frecuentes. «Los ataques de clanes son comunes en la región, que desde febrero se ha convertido en de violentos enfrentamientos. Antes eran más esporádicos», explica. Los enfrentamientos se producen entre «pastores nómadas que dependen del ganado para sobrevivir» y que «luchan por el agua y los pocos campos para pastar».
Líderes políticos, activistas de derechos humanos y ecologistas instan al gobierno a atender el problema de inmediato. Mwalimu Mati, director ejecutivo de la organización no gubernamental Mars Group, que trabaja en temas de gobernanza, señala que el gobierno debe distribuir equitativamente los recursos. «Los conflictos por los recursos se mantendrán por mucho tiempo, porque las políticas gubernamentales que promueven la tala han causado deforestación», dice este abogado keniata.
La escasa cobertura forestal ha producido una disminución en las lluvias, según expertos en agua. Peter Mangich, director del Ministerio de Agua e Irrigación, dice que, debido a los efectos del cambio climático, este país ahora recibe solo la cuarta parte de sus históricas precipitaciones. «La precipitación media anual es de 630 milímetros, cuando debería ser cuatro veces mayor. El Plan Nacional de Desarrollo 2002-2008 reconoce a Kenia como un país con escasez hídrica, en el que la demanda excede los recursos renovables», indica. Y añade, «el agotamiento de nuestros recursos naturales debido a las pocas precipitaciones y la escasa cobertura forestal, que llega al tres por ciento, es un problema. Las cuencas hidrográficas no cubren equitativamente al país».
Esa es la razón de los crecientes conflictos, según el geólogo y ecologista Bernard Rop. «En la mayor parte del norte del país hubo enfrentamientos por agua y pastos, así como entre los Turkana, los Samburu y los Pokot en la costa y en el Valle del Rift en los últimos 10 años. Durante ese tiempo han muerto 400 personas y se han robado unas 10.000 cabezas de ganado». Y «los conflictos no solo afectarán las zonas secas. El cambio climático es real... El gobierno tiene que adoptar medidas para solucionar este problema», explica Rop.
Mwalimu Mati recuerda que la necesidad de agua llevó a Etiopía, Kenia, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda a pedir la revocación de un tratado de 1959, auspiciado por Gran Bretaña, que le da a Egipto, y en menor grado a Sudán, derechos históricos sobre los recursos del río Nilo. Rop sostiene que Kenia tenía agua fácilmente disponible, pero que debía estar mejor aprovechada. Y añade un apunte. Este país es el mayor productor de energía geotermal en África. Además, «tiene grandes cantidades de agua subterránea. Si se aprovecha y se distribuye en las áreas afectadas, el conflicto llegará a su fin».
Mangich aseguró que el gobierno está abordando el problema. «Desde el año pasado, hemos apoyado a organizaciones no gubernamentales como World Vision para que caven pozos en las áreas afectadas, con el fin de que la población puedan obtener agua suficiente para su ganado y su uso doméstico». «También los promovemos el uso del agua para cultivar verduras y maíz, con el fin de complementar la producción ganadera», explica. Pero Mati cree que se debería instar a los pastores nómadas a participar en otras actividades económicas más viables, y sugiere que el gobierno debería promover la urbanización. «Esto permitirá a muchas personas vivir en localidades con servicios públicos, y cultivar la tierra como grupo, no como individuos».
El ministro de Educación, Mutula Kilonzo, explica que antes el gobierno debe implementar políticas ya existentes sobre el acceso al agua. «La nueva Constitución tiene políticas muy buenas para las regiones secas, consistentes en cavar pozos y promover la irrigación. Déjennos implementar las leyes que tienen que ver con la agricultura, y los combates cesarán».
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