«Debemos dar expectativas y sueños a los ciudadanos europeos, porque en Europa también hay lugar para los sueños». Así ha empezado su discurso Jean-Claude Juncker en Estrasburgo. Una alocución quizás con reminiscencias de Martin Luther King, y que ha surtido efecto.
El Juncker federalista europeo, curtido durante dieciocho años en la política europea, será el que presida el Ejecutivo comunitario el próximo lustro. «Quiero que Europa se centre en lo grande». Así, el luxemburgués aboga por que la Unión Europea entierre los debates institucionales que «nos alejan de los ciudadanos» y se rija por el modelo de la economía social de mercado.
El candidato se ha dirigido al Pleno mostrando su dominio en la lenguas oficiales de la UE: alemán, francés e inglés. Y anuncia su intención de presentar, antes de febrero de 2015, un «ambicioso» programa de inversión con un presupuesto de 300.000 millones de euros para los próximos tres años, procedentes de los fondos estructurales y de préstamos del Banco Europeo de Inversiones. El programa se centraría en ámbitos como la banda ancha, las redes energéticas, las infraestructuras de transportes y la industria.
Asimismo, ha advertido de que el pacto de estabilidad y crecimiento no se modificará en sus bases, tal como habían pedido algunos líderes socialdemócratas como el primer ministro italiano Mateo Renzi. Como razón, ha esgrimido que «la estabilidad no es solo un peaje de entrada, sino un mandato permanente». Sin embargo, no ha dejado la puerta del todo cerrada y ha reconocido que «hay márgenes de flexibilidad.
Juncker también ha defendido la moneda única porque «el euro protege a Europa, a su economía y a sus ciudadanos» y ha comparado la reacción de la UE ante la crisis del euro a la reparación de un avión en llamas y en pleno vuelo. «Estoy orgulloso de que Grecia siga en el euro, pero hemos cometido errores y nos hemos quemado las manos», ha admitido Juncker, en clara alusión a las consecuencias que han tenido las medidas de austeridad en la población del sur de Europa.
Así, ha propuesto que antes de aprobar nuevos programas de ajuste pedirá un estudio de impacto con un análisis del coste social y un plan alternativo. «Tenemos que lograr una Troika más democrática, más parlamentaria y más política».
En su discurso, el nuevo presidente de la Comisión Europea se ha mostrado partidario de una base común para el impuesto de sociedades, la lucha contra el fraude fiscal –aunque en sus tiempos como primer ministro de Luxemburgo no reformó nunca la legislación de sus país-, una mayor transparencia en las negociaciones del acuerdo comercial con Estados Unidos y la supresión total del roaming en la UE. También pretende dar un nuevo impulso a la inmigración regular, «ya que será muy necesaria en los próximos 50 años» así como la lucha contra el tráfico de seres humanos en las costas europeas. Del mismo modo, ha anunciado que propondrá un comisario con la tarea específica de supervisar la aplicación de la Carta de Derechos Fundamentales y el Estado de Derecho de la Unión.
«No ha llegado la hora de la revolución ni de la contrarrevolución» ha afirmado Juncker. «Si queremos que los europeos se vuelvan a enamorar de Europa debemos hacerles sentir orgullosos de lo logrado en los últimos decenios», ha concluido el recién elegido Presidente la Comisión.
Jean-Claude Juncker debe empezar ya a formar su nuevo colegio de Comisarios. Deberá establecer conversaciones con los Estados miembros para que éstos propongan a sus candidatos. «Ahora toca designar el Colegio de Comisarios, no será fácil», ha admitido el luxemburgués en rueda de prensa, ya que espera que haya candidaturas suficientes representadas por mujeres.
El Presidente electo del Ejecutivo comunitario ha propuesto la idea de que los Estados den a elegir dos o tres candidaturas para mostrar que haya paridad. Así, ha puesto el ejemplo en el que Romano Prodi, que presidió la Comisión de 1999 a 2004, y pidió que los países presentaran candidaturas que demostraran la realidad demográfica de Europa. Juncker, entonces primer ministro de Luxemburgo, afirma que presentó a Prodi tres candidatas a comisarias de tres grupos políticos distintos, una elección que él mismo considera como «inteligente». Sin embargo, tampoco espera que todos los Estados actúen de la misma forma en la que él obró en 1999.
Juncker, que suele ser parco en palabras si las preguntas de los periodistas le incomodan, no ha soltado palabra sobre su opinión de Federica Mogherini como posible substituta de Catherine Ashton al frente de la política exterior comunitaria. Tampoco sobre qué comisarios podrían ser los favoritos para determinadas carteras. «Si lo dijera ahora, mañana [en la reunión informal de Jefes de Estado y de Gobierno] no tendría nada que decir», ha respondido sarcásticamente.
Divisiones en los grupos políticos
Las decisiones personales han primado sobre la lealtad al grupo hoy en Estrasburgo. Los socialistas han votado mayoritariamente a favor de Juncker, aunque los españoles no le han apoyado, tal como indicó el nuevo Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, a través de su cuenta oficial de twitter.
En este sentido, el líder de los socialdemócratas en la Eurocámara, Gianni Pittella, ha anunciado en el debate de investidura a Juncker que su grupo mayoritariamente apoyaría la candidatura del luxemburgués, aunque ha advertido de que «no es un cheque en blanco». «En los próximos meses compararemos nuestro programa con el de la CE y seremos intransigentes», ha subrayado. En este sentido, ha hecho hincapié en que habrá una «verificación política anual de los trabajos de la Comisión». Pittella se ha mostrado satisfecho con la referencia de Juncker a la economía social de mercado, aunque ha dicho que les hubiera gustado «un mayor compromiso con la flexibilidad». «Le tendemos la mano con toda la confianza, no la traicione», ha subrayado.
Por su parte, los populares europeos coincidieron en que hoy ha sido «un día histórico», porque se ha votado al candidato elegido por los electores. El secretario general del Partido Popular Europeo, el español Antonio López-Istúriz, ha lamentado que Sánchez pidiera a sus eurodiputados que votaran en contra de Juncker. «Los socialistas demuestran así que no respetan el resultado de las elecciones europeas y tampoco el pacto alcanzado entre los dos grandes partidos», ha asegurado.
Los liberales también han estado divididos. El líder del grupo, Guy Verhofstadt, muy convencido, ha afirmado que Juncker tendría el apoyo de ALDE, pero no ha contado con que Ramon Tremosa, eurodiputado de Convergència Democràtica, ha preferido abstenerse. Por su parte, sus socios de UPyD, también han mostrado posturas distintas. De los cuatro integrantes de la formación de Rosa Díez en la Eurocámara, Francisco Sosa-Wagner y Fernando Maura han votado a favor; Maite Pagazaurtundúa y Beatriz Becerra, en contra.
Tampoco el grupo de los Verdes-Alianza Libre Europea han votado uniformemente a Juncker. Su portavoz, Philippe Lamberts, ha afirmado que el luxemburgués tendría el apoyo de una parte del grupo, aunque ha subrayado que su familia política «estaba dividida».
La Izquierda Europea, Conservadores y Reformistas y los euroscépticos de la Europea de la Libertad y Democracia Directa han informado en sus discursos que votarían en contra de la candidatura de Juncker. El siempre controvertido líder de los euroscépticos británicos, Nigel Farage, cree que en el Reino Unido «nadie sabía» que votar en las elecciones europeas significaba designar como presidente de la Comisión a Juncker, cuando su nombre no figuraba en ninguna papeleta y que era «el único candidato», «como ocurría en la Unión Soviética».