A raíz de adoptar la nacionalidad francesa como protesta contra la dictadura de Videla, muchos de sus paisanos no le perdonaron el gesto (ni tampoco su crítica al peronismo) y rechazaron su persona y su obra. En un viaje a Buenos Aires después de la dictadura, durante el mandato del presidente Alfonsín, a pesar de que el pueblo lo aclamaba en los lugares públicos, las autoridades lo ignoraron y ningunearon.
La literatura y la obra ensayística de Julio Cortázar mantienen un extraordinario vigor y una resistencia apenas afectada por el paso del tiempo. Cuando se celebra el centenario de su nacimiento conviene volver a la lectura de «Rayuela» y de sus cuentos (posiblemente Cortázar haya sido el mejor escritor de cuentos que ha dado la literatura hispana del siglo XX) y de sus ensayos, tan originales. En estos días se han publicado libros que pueden ayudar a comprender una literatura revolucionaria.
El abecedario de un cronopio
Julio Cortázar siempre sintió una debilidad por los almanaques, desde que en su infancia la presencia en el hogar familiar del «Almanaque del mensajero» le facilitara primeras lecturas y conocimientos. Algunas de sus obras fueron concebidas atendiendo a la estética y a los contenidos de estas publicaciones. «La vuelta al día en 80 mundos», por ejemplo, o «Último round», no son sino libros-almanaque, libros-collage en la estela de los fotomontajes surrealistas, constituidos por textos de procedencias diversas e ilustrados con dibujos ad hoc. Como homenaje a este género cortazariano, se debe a su viuda y albacea Aurora Bernárdez la iniciativa de publicar «Cortázar de la A a la Z» (Alfaguara), un libro que recoge por orden alfabético los temas, las pasiones, los personajes, las personas, las obras, los mundos que constituyen el universo de Julio Cortázar, su vida y su literatura.
Como dice Carles Álvarez Garriga en el prólogo, «Cortázar de la A a la Z» es un diccionario biográfico ilustrado, al mismo tiempo que una fotobiografía autocomentada, una antología de textos con reproducciones de manuscritos y mecanuscritos originales y algunos inéditos (a destacar una carta de Lezama Lima). El diseño de Sergio Kern es una amorosa identificación con la estética que el dibujante Julio Silva concibió para los álbumes de Cortázar. He aquí algunos ejemplos de esta original aproximación a la obra y a la vida de Cortázar:
ADOLESCENCIA: «En un café empecé la lectura de 'Opio' y el camino de Damasco fue fulgurantemente para mí el camino de París, con Ramón [Gómez de la Serna, autor del prólogo] como psicopompo y Jean Cocteau como sacerdote...»
ARGENTINA. «Te quiero, país desnudo que sueña con un smoking, vicecampeón del mundo en cualquier cosa, en lo que salga...»
BIOGRAFÍA. «Toda biografía es un sistema de conjeturas...»
BUÑUEL. «... ese enorme hijo de puta al que estoy apretando en este momento contra mi... una vez más he sentido lo que has de sentir cuando estás metido en lo más adentro de cine...»
CUBA. «A mi manera, a mi pobrecita manera, tuve mi camino de Damasco. Yo también me caí del caballo y eso sucedió con la revolución cubana»
ESCRIBIR. «Escribir es dibujar mi mandala y a la vez recorrerlo, inventar la purificación purificándose».
FOTOGRAFIAR. «Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías»
GABO. «Leí maravillado 'Cien años de soledad'.. .En fin, los más viejos ya nos podemos morir, hay capitán para rato».
GALICIA. «Lourido es un sitio precioso al sud de Vigo. Se llega en un tranvía, hay un hotel donde nos adoran... Hasta ahora dominan los vientos y las nubes, pero yo ya he tenido la oportunidad de medirme con Poseidón».
LEER. «Tener un libro en el bolsillo y concentrarse en él, por un lado anula el tiempo del reloj y, por otro lado, te crea una sensación de plenitud».
MAFALDA. «Un periodista me preguntó: ¿Qué piensa usted de Mafalda?. Le contesté: eso no tiene la menor importancia. Lo importante es lo que Mafalda piensa de mí».
MUERTE. Para mí la muerte es un escándalo. Es el gran escándalo. Es el verdadero escándalo. Yo creo que no deberíamos morir y que la única ventaja que los animales tienen sobre nosotros es que ellos ignoran la muerte».
PASEAR. «Caminar por París significa avanzar hacia mí»
RELOJ. «Cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire... no te regalan el reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para cumpleaños del reloj».
SOÑAR. «Todo aquel que vive bien despierto sueña mucho, tiene una carga onírica particularmente densa».
VEJEZ. «Yo también envejezco, mamita, mis ojos se cansan mucho (los usé demasiado en esta vida) y me fatigo fácilmente; hay días en que me siento rabioso de no ser ya el que fui».
Viaje al interior de Cortázar
La periodista y poeta Izara Batres lleva a cabo una interesante interpretación de la obra de Julio Cortázar en su libro «Cortázar y París. Último round» (Ediciones Xorki), tomando fundamentalmente como bases de su trabajo el relato «El perseguidor», la novela «Rayuela» y los ensayos del escritor argentino «Teoría del túnel» (1947), «La vuelta al día en 80 mundos» (1967) y «Último round» (1969).
La teoría del túnel, que Cortázar expuso reiteradamente desde sus primeros años, quiere dejar constancia de que, en la literatura, como en los trabajos de ingeniería, para construir algo nuevo hay que destruir lo anterior: para construir un túnel hay que destruir lo que existe dentro del hueco que ese túnel va a ocupar. Se trata de «destruir todas las categorías para construir unas nuevas... abrir de par en par las ventanas y tirar todo a la calle, tirar también la ventana y nosotros con ella», en palabras de uno de los personajes de «Rayuela».
En su ensayo «Teoría del túnel» Cortázar habla de un nuevo escritor, el que rompe los cánones del novelista decimonónico. Para Cortázar la literatura debe ser un avance en la realidad, un avance a la manera de un túnel que dinamita la estructura antigua para crear una nueva. De ahí su apoyo y su participación activa en los sucesos del Mayo del 68, que Izara Batres analiza minuciosamente, resumido en los grafiti de los estudiantes revolucionarios: «Estamos inventando un mundo nuevo y original», «Olviden todo lo que han aprendido, comiencen a soñar».
Y por eso también sus agresiones al lenguaje literario convencional con la invención del glíglico y otras formas expresivas, así como la negación de los géneros y la ruptura de los límites entre la poesía y la novela, fenómenos que Cortázar ilustra con la leyenda mitológica de Etéodes y Polinices, los hijos de Edipo, y en Morelli, uno de los personajes centrales de «Rayuela». Y por eso la teoría del túnel anticipa también el fenómeno del «nouveau roman» iniciado por Allain Robbe-Grillet.
París como una mujer
Para Cortázar, París, mito nuclear de la cultura occidental, fue la ciudad que le descubrió un mundo nuevo y una nueva forma de vivir y de sentir, el encuentro con la ciudad fue su gran sacudida existencial, otra de sus caídas a la manera de Saulo en el camino de Damasco. Se convirtió muy pronto en un flâneur, un paseante y un observador minucioso de todo lo que pasaba en sus calles, que para él eran un juego de rayuela, el escenario en el que los personajes de su novela iban a representar los diferentes matices de la ciudad. Incluyendo el metro, un laberinto donde el tiempo es diferente al que discurre en la superficie, el inconsciente frente al mundo consciente de la calle. A la mitificación de la ciudad llevada a cabo a través de las lecturas de Victor Hugo, de Flaubert, de Baudelaire, de Rimbaud y de Breton, Cortázar añade la fascinación que la ciudad venía ejerciendo en la literatura hispanoamericana desde Rubén Darío.
En «Rayuela», París es una metáfora de la mujer, París es La Maga, y así el deseo de Oliveira de poseer a La Maga representa su deseo de poseer el corazón de París, y por eso cuando rompe con ella siente que ya es como si no estuviera en París. El mismo Cortázar definía en una entrevista a París como la mujer de su vida.
El último combate
A Cortázar le gustaba utilizar la metáfora boxística para reflexionar sobre el mundo y la realidad. «Último round» es, desde el título, el final de un combate en el que, en su ensayo central, «Noticias del mes de mayo» (referido a la revolución del mayo del 68), el escritor vuelve a la teoría del túnel apoyándose ahora en el pensamiento de Daniel Cohn-Bendit («Lanzar una experiencia de ruptura completa con esta sociedad») y de Bakunin («La pasión de la destrucción es una alegría creadora»). «Último round» es un libro-collage, un divertimento que alberga fragmentos de cuentos, aproximaciones al cine de Resnais, a la figura de Dalí, salpimentadas con citas de Calvino, de Lenin, de Cocteau, de Marcuse, con fragmentos de artículos de periódicos... incluye hasta una crítica a una obra de Cortázar en la que se le califica de «pequeño burgués con veleidades castristas».
Su afinidad con la revolución cubana («desde una solidaridad crítica, no desde una obediencia ciega») es otro de los temas tratados en este libro, un acontecimiento histórico con el que Cortázar identifica la encarnación de la causa del hombre como siempre la había concebido y deseado, y que cumplía los principios de permanencia, contradicción e imprevisibilidad de toda revolución. ¿Cuál sería su reacción ante la deriva de las revoluciones castrista y nicaragüense a las que tanto apoyo prestó?.
No faltan aquí tampoco las relaciones entre la literatura de Cortázar y la música de jazz, una de sus grandes pasiones, una forma de huir del tiempo real para penetrar en otro tiempo, una manera de identificarse con el surrealismo y el existencialismo.