Será muy difícil contener a los jóvenes de la Hermandad Musulmana después de los asesinatos ocurridos esta semana en la capital de Egipto, alertan los propios miembros de la organización, coincidiendo con algunos analistas.
Haytham Abu Jalil nos dijo que los jóvenes de la Hermandad Musulmana están descontentos, confundidos y desorientados. El asesinato de tanta gente hace que sea muy difícil reunir a los más extremistas de entre ellos en torno a campañas intelectuales y religiosas.
«El sangriento ataque sufrido durante una concentración los ha hecho sentirse oprimidos. Piensan que deben unirse para superar esto», explica Jalil, exdirigente juvenil de esa organización, sustento del derrocado presidente Mohammad Morsi.
Una consecuencia puede ser una revuelta contra los dirigentes más moderados dentro de la Hermandad Musulmana, opina.
«Una vez superada esta difícil situación, los miembros más jóvenes desplazarán a las actuales autoridades para restaurar la confianza en el grupo. Pero no creo que sea en un futuro cercano», aventura.
Más personas pueden pasarse a los grupos insurgentes, añade Jalil, autor de la novela «Hermanos Reformistas». «Pero ocurrirá a la larga, porque ahora todo el mundo trabajará para mantener la organización. Somos un grupo complicado y nada fácil de manejar como creen los militares», explica.
El peligro más inmediato puede ser la escisión de grupos de insurgentes, alerta. «No descarto que algunos miembros enojados creen grupos armados sin referencia con los dirigentes», observa.
Toda iniciativa del ejército de proscribir partidos políticos religiosos no hará más que empujar a sus miembros hacia grupos islámicos radicales, que adoptarán ideas extremistas de la yihad, subraya.
Amr Hashem Rabie, director del departamento de estudios egipcios del Centro Al-Ahram de Estudios Políticos y Estratégicos, indica que podría aparecer dentro de la organización una tendencia a romper con el principio establecido de obediencia. Esto crearía un desequilibrio dentro de la Hermandad Musulmana, porque con seguridad será un llamamiento para muchos jóvenes.
«Estos sienten que los lanzaron a una cruenta confrontación», señala. «Los que rechazan a la dirigencia actual abandonarán la Hermandad Musulmana y el trabajo político o se unirán a las milicias armadas como la yihad salafista», añade.
Rabie opina que los líderes de la Hermandad Musulmana quieren un papel político para su partido en la nueva situación y no regresar a la época oscura. Pero «la voz de los neoreformistas emergerá desde adentro mismo».
La futura conformación de la Hermandad Musulmana la han puesto en juego los asesinatos de El Cairo y los enfrentamientos sangrientos con el ejército en la concentración del miércoles 14 en la que reclamaban la restitución del presidente Mohammad Morsi, destituido por las Fuerzas Armadas.
Muchos analistas políticos creen que el futuro de la Hermandad Musulmana lo determinarán los jóvenes, muchos de los cuales recurrieron a la violencia para contrarrestar lo que consideran una persecución religiosa.
Para el politólogo Wahid Abd-al-Majid, la represión del ejército se vuelve ahora una confrontación entre esa fuerza y la policía, por un lado, y una Hermandad Musulmana cada vez más armada, por otro.
También señala que la violencia procedió de un grupo armado dentro de la Hermandad Musulmana. Dos grupos divergentes surgen dentro de la organización, nos dice. «Tengo información de que algunos viejos dirigentes rechazan el método del grupo principal de la concentración», añade.
Abd-al-Majid señala que ya han surgido en la Hermandad Musulmana algunos grupos armados encabezados por miembros jóvenes que creen que solo se logrará un cambio con violencia y mediante la yihad, y también dice que se están consolidando. «Matarán por la Hermandad Musulmana, en nombre de Alá y del Islam», alerta.
Los jóvenes se dividieron en dos a partir de la revuelta del 25 de enero de 2011, explica Abd-al-Majid.
Unos crearon grupos pacíficos como «Hermanos sin violencia» y «Hermanos libres» y otros se reunieron en torno a dirigentes disidentes de la organización o se unieron a partidos políticos como Al Wasat y Masr al-Qaweya, aunque estos son relativamente minoritarios.
El primero es el dominante, remarca. Están inmersos en una ideología de obediencia total a sus autoridades. Los dirigentes reformistas dentro de la Hermandad Musulmana tratarán de cambiar la estrategia de motivación de los jóvenes hacia una oposición agresiva.
«Utilizan a los jóvenes para avivar la violencia y los abandonarán a la primera de cambio», opina Abd-al-Majid.
Los jóvenes no han recibido designaciones para cargos de responsabilidad dentro de la organización y no están representados en el Consejo Shura (cámara alta del parlamento egipcio), observa.
Esto no hará más que profundizar las divisiones entre los líderes moderados y una juventud cada vez más radical.