Juncker, en declaraciones que publica el diario francés Le Figaro, continúa con la campaña que han emprendido algunos líderes europeos de serenar a los mercados e intentar aflojar la presión sobre España e Italia. Habla de activar el FESF y aclara que cuando habla de este instrumento, se está refiriendo a los 17 Gobiernos de la eurozona. Es decir, una acción conjunta.
«Ha llegado el momento en el que la zona euro debe probar por todos los medios su determinación a garantizar la estabilidad». Hace referencia a la ligereza con la que se habla de la moneda común «como si solo le quedaran unos meses de vida». «¡En Europa, no tenemos más que el euro!» exclama y afirma que nadie tiene derecho a dudar de la voluntad colectiva de los diecisiete países que forman la eurozona.
En referencia a España, explica que está consolidando sus finanzas y señala la voluntad europea de separar el riesgo de Estado del riesgo bancario con el rescate de 100.000 millones de euros concedido para sanear el sector financiero. «No vamos a arrodillarnos ante los falsos remedios de los mercados. Esto vale también para Italia», apostilla.
Las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, que han tranquilizado a los mercados, son el inicio de acciones para poner en funcionamiento las decisiones del Consejo Europeo de finales de junio. «Hemos llegado a un punto crucial» dice Juncker, pero todavía hay que precisar el ritmo y la forma. «Actuaremos junto al BCE, sin tocar su independencia».
En cuanto a la rápida reacción favorable de los mercados a las vagas palabras de Draghi, el presidente del eurogrupo dice que probablemente la credibilidad del BCE es mayor que la de la clase política europea. «No es un problema de la banca, sino de los políticos» afirma.
El BCE, es independiente, no sigue instrucciones de los gobiernos. Esa credibilidad es buena puesto que «el presidente Draghi ha dicho en voz alta lo que los jefes de los gobiernos piensan en voz baja».
Deja claro que no es posible seguir haciendo política partidista de las cuestiones europeas. «Después de cada cumbre -ha dicho- los presidentes, los ministros y los demás adoran hacer interpretaciones de política interna desde las decisiones que trascienden las fronteras. De esa forma, se traiciona el espíritu europeo. La mayor parte de las veces (esa actitud) es estúpida y a menudo francamente perjudicial».
Junker, que normalmente no tiene pelos en la lengua, esta vez tampoco y se pregunta: «¿Cómo puede Alemania permitirse el lujo de hacer política interior a expensas del euro?. Si los otros dieciséis países hicieran lo mismo, ¿a dónde iría a parar el proyecto común? ¿Es que la eurozona es una sucursal de la República Federal?».
Juncker continúa hablando de los rumores que en Alemania, presentan a François Hollande como un derrochador y, de alguna manera, un negacionista de la necesidad de ajustes. Mientras que en Francia Angela Merkel pasa por ser una «euroindividualista». Juncker rectifica «los conozco bien a los dos, hablo con ellos todo el tiempo. Esas ideas pueden funcionar en la política interior. Pero son falsas.