Estos cambios han generado un debate profundo dentro de Japón sobre la mejor manera de responder a las cambiantes necesidades de seguridad de la población y de proteger sus vidas y medios de subsistencia.
Algunos llegan a sugerir que es necesario modificar el artículo 9 de la Constitución, célebre en su declaración de que «el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o uso de la fuerza como medio de solución de los conflictos internacionales», para protegernos a nosotros mismos y nuestros intereses nacionales.La posición histórica del gobierno japonés es que si bien la Constitución reconoce el derecho a la legítima defensa, esta solo podrá ejercerse en respuesta a un ataque militar directo contra Japón, y el uso de la fuerza debe limitarse al mínimo necesario para repelerlo. Otros interpretan que la Constitución japonesa no prohíbe las formas de defensa propia reconocidas como legítimas por el derecho internacional, incluidas las formas de «autodefensa colectiva» sancionadas, por ejemplo, por una resolución de la Organización de las Naciones Unidas.
Llevada a su conclusión lógica, esto podría significar que las tropas japonesas se encontrarían en funciones de combate en lugares lejanos a su patria. Esto atentaría contra el espíritu pacifista de la Constitución y del fuerte deseo del pueblo japonés por la paz, y podría generar una grave preocupación entre nuestros vecinos asiáticos, que todavía cargan con los amargos recuerdos de la agresión militar de Japón en el siglo XX.
Desde su fundación en 1964, el partido Nuevo Komei se comprometió con la vía pacífica para Japón. Fundamental es nuestro compromiso con la «Constitución de la paz» como un emprendimiento voluntarioso del pueblo japonés de abstenerse del uso de la fuerza más allá de los requisitos mínimos de la autodefensa.
Consideramos que la Constitución de la paz japonesa es una expresión de los altos y universales ideales en las relaciones internacionales, en concreto, la resolución pacífica de conflictos a través de la diplomacia y el diálogo. Como integrantes de la coalición gobernante también tenemos la responsabilidad de abordar los retos reales que enfrenta Japón, incluidas las cuestiones de la seguridad, y cuál es la mejor manera de proteger la vida y la existencia pacífica de los japoneses.
En mayo comenzamos deliberaciones con nuestro socio de la coalición, el Partido Liberal Demócrata, sobre las maneras de aclarar los límites constitucionales a la defensa propia para contribuir a profundizar la confianza mutua en la alianza entre Estados Unidos y Japón y la estabilidad dentro de Asia oriental. Nos acercamos a estas discusiones con la determinación de proteger y preservar el espíritu subyacente de la Constitución de la paz que, junto con la alianza entre Estados Unidos y Japón, ha sido fundamental para la prosperidad y la seguridad japonesa en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Desde el principio insistimos en que cualquier interpretación debe basarse y ser coherente lógicamente con anteriores interpretaciones del gobierno. Esto, argumentamos, es fundamental para que Japón fuera reconocido como un estado de derecho. El primer ministro Shinzo Abe expresó su apoyo a esta estrategia en el comienzo de los debates. El 1 de julio se alcanzó un acuerdo sobre una decisión del Consejo de Ministros que, entre otras cosas, limita el uso de la fuerza a tres condiciones fundamentales.
En primer lugar, que un ataque armado contra un país extranjero con el que Japón mantiene una estrecha relación produzca un claro peligro de amenaza para la supervivencia nacional y el derecho de sus ciudadanos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. En segundo lugar, que no existan otros medios adecuados para proteger a la población, y tercero, que el uso de la fuerza se mantenga al mínimo necesario.
Estas condiciones estrictamente definidas limitan las posibles acciones militares a aquellas que son realmente necesarias para la defensa del país. No habilitan el camino al envío al extranjero de las Fuerzas de Autodefensa de Japón en el ejercicio de la fuerza militar.
La decisión del gabinete ministerial reafirma el compromiso de Japón con los tres principios antinucleares de no poseer, no producir y no permitir la introducción de armas nucleares en el territorio japonés. También aclara que Japón no tiene interés en convertirse en el tipo de poder militar que sea una amenaza para otros países. Más bien, la interpretación modificada permitiría una respuesta más estrecha en la coordinación entre las fuerzas japonesas y las estadounidenses frente a situaciones que surjan en las inmediaciones del país que afecten gravemente la paz y la seguridad de la nación.
Esta decisión del gabinete solo proporciona una guía para futuras medidas legislativas. Estas leyes, que definen escrupulosamente los límites de la acción permitida para las FAJ, deben ser debatidas y aprobadas por el Parlamento para que la nueva política entre en vigor. Esperamos usar el proceso de deliberación legislativa como una oportunidad para informar a la opinión pública mundial y lograr un mayor entendimiento de la verdadera intención que tiene Japón con estos cambios.
Una de las metas señaladas en la decisión del Consejo de Ministros es que «el gobierno... debe crear un ambiente internacional estable y previsible y evitar la aparición de amenazas mediante la defensa de una diplomacia vibrante».La decisión adopta la política de que Japón debe ser un país que realice contribuciones activas a la paz. Para el partido Nuevo Komei, esto significa la participación de una diplomacia multifacética basada en el espíritu de la constitución de la paz. Esta diplomacia es sumamente importante en el caso de China, Corea del Sur y el resto de los vecinos en Asia.
Durante décadas, el partido Nuevo Komei se relacionó activamente con nuestros homólogos chinos, tratando de mantener y desarrollar los lazos de confianza y amistad que sirvan como base para las relaciones de beneficio mutuo. En enero de 2013, el líder del Nuevo Komei, Natsuo Yamaguchi, viajó a Pekín para reunirse con el secretario general Xi Jinping. Le entregó una carta del primer ministro Abe y aprovechó la oportunidad para instar a la pronta celebración de una cumbre entre China y Japón.
En última instancia, si Japón ha de cumplir con la promesa de nuestra singular y notable constitución, tendrá que ser a través del compromiso inquebrantable con el «impulso de una diplomacia vibrante» en muchos frentes. Esa debe ser nuestra contribución activa a la paz.
** Isamu Ueda integra la Cámara de Representantes del parlamento japonés y preside el comité internacional del partido Nuevo Komei, socio menor en la coalición gobernante, liderada por el primer ministro Shinzo Abe, del Partido Liberal Demócrata. Ueda fue uno de los participantes en los últimos debates sobre cuestiones de seguridad entre los miembros de la coalición.