Roberto Adinolfi, director ejecutivo de la empresa de ingeniería nuclear Ansaldo Nucleare, controlada por Finmeccanica, resultó herido de bala en una pierna tras el ataque perpetrado el lunes por hombres enmascarados. Después han sido envíos de cartas bomba a sucursales de la agencia impositiva estatal Equitalia, en el ojo del huracán de los contribuyentes italianos, en Roma, Nápoles y este domingo en Livorno.
Una rama de la llamada Federación Anarquista Informal, que antes había atacado a varias legaciones diplomáticas en Italia, se ha atribuido la autoría. En una carta enviada al periódico Corriere de la Sera decían: «Hemos llenado con placer el cargador. Empuñar una pistola, elegir y seguir un objetivo han sido una obligación. Un pequeño fragmento de justicia».
El presidente de Italia, Giorgio Napolitano, tuvo una respuesta inmediata a los primeros ataques: «El Estado no se piensa dejar intimidar... la tragedia de los 'años del plomo' no se repetirá». Se dejaba ver el fantasma de las Brigadas Rojas, que sembraron el terror en Italia en los años setenta con 500 muertos y 2.000 heridos en atentados contra la clase política, militar e industrial.
El temor a un repunte de la violencia política, cuando aprietan las medidas de austeridad del gobierno Monti, es serio. La ministra del Interior, Annamaria Cancellieri, ha dicho que «»Esto nos obliga a elevar la guardia para evitar una escalada que, por desgracia, es un escenario posible». Esta semana se reunirá un comité de seguridad nacional para evaluar la posibilidad de que el ejército defienda potenciales objetivos.
Las manifestaciones contra los planes de ajuste italianos son frecuentes y, en concreto, contra la agencia de recaudación Equitalia. El ministro de Integración, Andrea Riccardi, ha advertido:"Hay que tener cuidado porque la violencia puede 'pescar' en un clima de tensión".