En Roma confiaban en que el PIB italiano caería este año un 1,2%. Será el doble. Y para 2013, se esperaba ya que la economía creciera un 0,5%. Caerá un 0,2%. Pero optimismo que no falte. El gobierno Monti retrasa la recuperación hasta 2014, con ya cifras claramente positivas (1,1%) y la consolidación hasta 2015, con una mejora del PIB del 1,3%.
El ejecutivo italiano aduce causas exteriores para justificar la revisión de sus previsiones, sobre todo, la incertidumbre que existe en los mercados sobre la zona euro y la presión sobre la deuda soberana, que han obligado a asumir mayores costes.
La reducción del déficit público, el gran objetivo de los gobiernos europeos marcado por Bruselas, también sufre retrasos. Monti anunció en abril que acabaría el año en el 1,7%. Será el 2,6%. Para 2013, se pasa del pronosticado 0,5% a un 1,6%.
El ministro de Economía, Vittorio Grilli, ha aclarado que Italia no planea pedir ayuda financiera a la UE a pesar del empeoramiento de su economía. El primer ministro confía también en que la decisión del BCE de comprar cantidades ilimitadas de bonos soberanos ayude a bajar el coste del endeudamiento.
Monti confía en que la reforma laboral, las liberalizaciones y el programa de simplificación de la burocracia harán volver a Italia al crecimiento. Tras anunciar los nuevos datos, ha reiterado que el saneamiento de las cuentas públicas y el equilibrio presupuestario para el año que viene siguen siendo su objetivo prioritario. «Si Italia no continúa resueltamente el camino que ha tomado, los mercados no solo darán señales negativas, sino que Italia encontrará más difícil continuar ejerciendo la influencia que recientemente ha ejercido sobre la política europea y la escena económica», concluyó el primer ministro.