La ONU y las organizaciones de derechos humanos han caracterizado los ataques israelíes contra objetivos civiles durante los enfrentamientos en la Franja de Gaza como violaciones de las leyes de la guerra. Desde que comenzaron las hostilidades el 8 de julio los bombardeos de Israel mataron a 1.300 civiles, destruyeron más de 10.000 viviendas y dañaron a 30.000 más en el asediado territorio palestino, según datos de la ONU.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) también mataron a 47 refugiados y herido a 340 más en ataques a seis escuelas que oficiaban de refugios bajo protección de la ONU. Pero la postura pública del gobierno de Estados Unidos indicó a Israel que no lo consideraría responsable de esas violaciones.
La transcripción de las conferencias de prensa que realiza el Departamento de Estado a diario desde el inicio de la guerra en Gaza demuestra que la administración de Barack Obama se negó a condenar los ataques israelíes contra objetivos civiles en las tres primeras semanas del conflicto.
Washington sabía bien que Israel rechazó en las guerras anteriores en Líbano y Gaza toda distinción entre objetivos militares y civiles. Durante la guerra de 2006 en Líbano, el portavoz de las FDI Jacob Dalal dijo a la Associated Press que la eliminación de Hezbolá como una institución terrorista requería atacar a todas sus instituciones, incluidas aquellas «de base que reproducen más seguidores».
En la operación Plomo Fundido, en diciembre de 2008 y enero de 2009, Israel mató a 42 civiles en el bombardeo de una escuela en el campamento de refugiados de Jabaliya. Las FDI aseguraron que respondían a morteros disparados desde el edificio, pero la Agencia de Naciones Unidas para el Socorro de Refugiados Palestinos (UNRWA) que dirigía la escuela negó esa versión.
Con estos antecedentes, Washington sabía que Israel volvería a atacar blancos civiles en Gaza a menos que creyera que sufriría consecuencias graves. Pero la postura pública del gobierno de Obama sugiere escasa o nula preocupación ante la violación israelí de las leyes de la guerra.
En la rueda de prensa del 10 de julio se le preguntó a la portavoz del Departamento de Estado Jan Psaki si Estados Unidos trataría de detener el bombardeo israelí de Gaza, así como el lanzamiento de cohetes por parte del movimiento islamista palestino Hamás.
«Hay una diferencia entre Hamás, una organización terrorista que ataca sin discriminar a civiles inocentes... en Israel, y el derecho de Israel a responder y proteger a sus propios civiles», respondió.
Cuando proyectiles israelíes mataron a cuatro niños que jugaban en una playa en presencia de periodistas el 16 de julio, a Psaki se le preguntó si Washington creía que Israel violaba las leyes internacionales de la guerra. Su respuesta fue que no estaba al tanto de una discusión sobre el tema.
«Israel debe tomar todas las medidas posibles para cumplir con sus normas de protección a los civiles», añadió.
El 17 de julio Israel bombardeó el hospital Geriátrico y de Rehabilitación Al Wafa, en reacción al lanzamiento de cohetes a 100 metros del centro sanitario, según alegó. «Exhortamos a todas las partes a que respeten el carácter civil de las escuelas e instalaciones médicas», declaró Psaki en esa ocasión.
El 16 de julio las FDI arrojaron panfletos que pedían a la población gazatí que evacuara los barrios de Zeitoun y Shujaiyyeh, en una advertencia de los bombardeos posteriores del 20 y 21 de julio como presunta reacción a cohetes disparados desde Shujaiyyeh.
El 20 de julio un micrófono abierto captó cuando el secretario de Estado, John Kerry, le comentó a un asistente que la ofensiva israelí era «un menudo infierno de operación milimétrica», revelando el punto de vista particular de la administración.
Pero luego Kerry declaró en una entrevista a la cadena estadounidense CNN que Israel estaba «bajo el asedio de una organización terrorista», lo que implica el derecho a hacer lo que creyera necesario.
El 21 de julio la portavoz adjunta del Departamento de Estado Marie Harf dijo que Kerry «había animado» a los israelíes a «tomar medidas para evitar víctimas civiles», sin especificar.
El 23 de julio, Israel bombardeó el hospital Al Wafa porque, según las FDI, había sido utilizado como «centro de mando y sitio de lanzamiento de cohetes». Pero Joe Catron, un estadounidense que estaba en el hospital como parte de un «escudo humano» internacional para evitar los ataques, negó esa versión y aseguró que hubiera escuchado el lanzamiento de un cohete cercano.
El mismo día, tres misiles que cayeron en un parque junto al hospital Al Shifa mataron a 10 personas e hirieron a 46. Israel atribuyó las explosiones a cohetes de Hamás que habían caído fuera del blanco, pero la explicación era poco creíble.
El 23 y el 24 de julio tanques israelíes dispararon contra refugiados palestinos en dos escuelas designadas como refugios de la UNRWA, aunque funcionarios de la ONU se habían comunicado n numerosas veces con las FDI para impedir el ataque.
El 24 de julio 15 civiles murieron y más de 200 quedaron heridos tras el ataque a un refugio de la ONU en la escuela primaria Beit Hanoun. Nuevamente, Israel atribuyó la responsabilidad a un cohete de Hamás que erró su blanco.
Ese día la portavoz adjunta Harf deploró el ataque y el «creciente número de muertos en Gaza», y añadió que una instalación de la UNRWA «no es un blanco legítimo». Israel «podría hacer un poco más» para mostrar su moderación, declaró.
Pero cuando un periodista le preguntó si el gobierno de Obama estaba «dispuesto a tomar algún tipo de acción» si Tel Aviv no acataba sus consejos, Harf dijo que la meta de Estados Unidos era «el alto al fuego», o sea que Washington no estaba preparado para imponer consecuencias a Israel por sus tácticas militares en Gaza.
El 25 de julio un periodista observó que los ataques contra el hospital y las escuelas se realizaron aunque había informes que confirmaban que no había combatientes ni cohetes en ellos. No obstante, Harf reiteró la postura israelí de que Hamás había utilizado instalaciones de la ONU para «ocultar cohetes».
El 30 de julio las fuerzas israelíes mataron a 10 refugiados e hirieron a más de 100 en un ataque contra una escuela de la UNRWA en el campamento de Jabaliya. Las FDI reconocieron el hecho y alegaron que habían recibido disparos de mortero desde allí.
Eso fue demasiado para el gobierno de Obama. El portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, calificó el ataque de «totalmente inaceptable y totalmente indefendible», y aclaró que el responsable era Israel. Sin embargo, incluso entonces Washington se limitó a reiterar la petición a Israel de que «hiciera más para cumplir con los altos estándares que se han fijado a sí mismos», según Earnest.
El 3 de agosto Israel atacó la Escuela Pública A para Varones de Rafah, donde mató a 12 refugiados e hirió a 27 más. Las FDI informaron que buscaban a tres «terroristas» en una motocicleta que pasó junto a la escuela.
«La sospecha de que hombres armados operaban en las cercanías no justifica los ataques que ponen en riesgo la vida de tantos civiles inocentes», declaró Psaki entonces.
Pero esa crítica limitada llegaba demasiado tarde. Israel ya había cometido lo que parecen ser violaciones masivas de las leyes de la guerra.