Las conversaciones entre delegados de ambas partes, que comenzaron el martes 3 y se reanudarán este viernes 6 en Amman, la capital jordana, tienen el objetivo de discutir las fronteras de un futuro estado palestino y buscar consenso en temas de seguridad para poder avanzar en las negociaciones de paz. El primer ministro israelí se niega a aceptar el congelamiento de la construcción de colonias judías en Cisjordania y la creación de un Estado palestino siguiendo las fronteras existentes antes de la Guerra de los Seis Días, de 1967, como base para lo que se conoce como la «solución de los dos Estados». Por su parte, el presidente palestino se resiste a quedarse con menos de eso.
En septiembre, Abbas presentó formalmente una petición para el reconocimiento de Palestina como Estado en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero la instancia de mediación internacional conocida como el Cuarteto neutralizó temporalmente esa iniciativa unilateral. El Cuarteto (integrado por la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia) estableció un plazo de cuatro meses, que vence el 26 de este mes, para que ambas partes presentaran propuestas sobre fronteras y temas de seguridad con el fin de reanudar las negociaciones.
«Los palestinos presentaron sus posiciones relativas a las fronteras y la seguridad, y los israelíes las escucharon y prometieron que las revisarían en los próximos días», dijo el anfitrión de las conversaciones en Amman, el ministro de Asuntos Exteriores de Jordania, Nasser Judeh.
Los más optimistas destacaron que se trataba de la primera vez bajo el gobierno de Netanyahu que Israel acepta estudiar propuestas palestinas sobre esos asuntos clave del conflicto. Pero los pesimistas, que constituyen la fuerza dominante en la región, señalaron que «negociar por negociar» no lograría ningún avance en las relaciones palestino-israelíes.
Marwan Barghouti, líder del partido Fatah, de Abbas, y condenado a cinco cadenas perpetuas por un tribunal israelí, acusado de haber organizado hace una década la segunda Intifada (levantamiento popular palestino contra la ocupación), opina que el proceso de paz está muerto. «No tiene sentido hacer desesperados intentos de infundir vida a un cadáver», escribió desde su celda en una carta publicada por la agencia de noticias palestina Ma'an, en víspera de las conversaciones de Amman.
Pero los que se encuentran a mitad de camino entre el optimismo y el pesimismo prefieren no hacer prognosis y consideran que vale la pena un último esfuerzo. Estados Unidos y la ONU elogiaron con cautela los resultados de las conversaciones del martes. El gobierno israelí dejó claro que hay detrás de estas reuniones. «No hay razón para no trabajar en reducir las tensiones existentes con los palestinos, los turcos y los egipcios, aun cuando no tengamos la certeza de obtener resultados», dijo el ministro de Defensa, Ehud Barak.
Los resultados de la primera ronda de conversaciones fueron sintomáticos de las bajas expectativas por ambas partes y, lejos de «reducir la tensión», añadió presión, sobre todo sobre los palestinos. Horas antes de las conversaciones, se abrieron licitaciones para la construcción de 300 nuevas unidades de vivienda en las colonias judías de Jerusalén oriental.
Las licitaciones son parte de un plan más amplio para edificar 500 unidades en la parte ocupada de esa ciudad. Hace dos semanas, cuando se anunciaron por primera vez los planes de construcción, el ministro de Vivienda afirmó: «No podemos no dialogar y no construir a la vez».»Israel le está dando una bofetada al rey Abdalá (de Jordania) y a toda la comunidad internacional, hiriendo las ya escasas posibilidades de nuevas negociaciones de paz», señaló en un comunicado la organización no gubernamental israelí Ir Amin, que sigue de cerca la situación en Jerusalén oriental.
También en vísperas del encuentro en Amman, el presidente palestino amenazó con acciones unilaterales si fracasaban los intentos de revivir el proceso de paz. «Después del plazo del 26 de enero tomaremos medidas duras», dijo. Abbas considera reanudar sus esfuerzos para el reconocimiento internacional del Estado palestino, así como aislar más a Israel en la ONU proponiendo una nueva resolución que condene la construcción de colonias judías.
Mientras, en Gaza, representantes de Fatah y de Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) se sentaron en la misma mesa para avanzar en el proceso de reconciliación iniciado en mayo. Negocian un acuerdo para compartir el poder y así acabar con cuatro años de divisiones, en los cuales la franja y Cisjordania han tenido administraciones separadas.
En tanto, Israel procura fortalecer al reino de Jordania, el único aliado que le queda en la región. El rey Abdalá visitará Estados Unidos este mes.