Olafur Ragnar Grimsson (69) es un malabarista de la política, lo ha demostrado durante la profunda crisis económica iniciada en 2008. Consiguió salir airoso, políticamente hablando, de ese momento delicado. Lleva 16 años de presidente, y en ese tiempo, ha pasado del centro-izquierda al centro derecha. En los momentos más críticos de la crisis hizo uso de su derecho de veto para forzar dos referendos en los que los ciudadanos debían decidir si indemnizaban o no a los ahorradores extranjeros, principalmente británicos y holandeses. Antes de la crisis, apoyó a los magnates y a los bancos que llevaron al país al borde del colapso económico. Inicialmente dijo que no se presentaría a la reelección y ha centrado su campaña en torno al rechazo del ingreso del país en la UE, además de otras cuestiones en las que el presidente no tiene potestad de decisión. Muchos critican que haya politizado un cargo representativo similar al de las monarquías europeas.
Considerado un hombre inteligente, exprofesor de ciencias políticas de la Universidad de Islandia, tiene fama de enérgico y controvertido. Casado con una israelí de la alta sociedad, a muchos no les ha gustado que actuaroa contrariamente al gobierno en política exterior. Partidario de China, a pesar de la violación de los derechos humanos denunciados por el ejecutivo, se opone a la adhesión a la UE.
Frente al avezado gobernante, una periodista televisiva sin experiencia política, Thóra Arnórsdóttir (37), apoyada por la actual primera ministra, la socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir. Empezó con mucho empuje la campaña e intentó amortizar la fama que habían adquirido las mujeres al considerar que eran las protagonistas de la salida de la crisis. Pero ese mismo hecho, ser mujer y haber tenido a su tercer hijo en mayo, le ha hecho perder opciones. Ahora está 7 puntos por debajo del veterano presidente. Hay muchos electores que dudan que pueda compaginar la presidencia y la maternidad (tiene tres hijos pequeños). Ante esas críticas, Arnórsdóttir ha contestado que «lo hará como lo hacen la mayor parte de los padres islandeses» y que su compañero (que tiene otros 3 hijos) dejará su trabajo para ocuparse de la familia, además explica que «las mujeres no pueden estar bloqueadas por el solo hecho de tener un bebé». Esta antigua animadora de programas televisivos, guía turística y sin afiliación ideológica, decidió saltar al campo político hace tan solo unos meses, y representa un cambio generacional en su país.
Los islandeses, colonizados por noruegos y daneses hasta la independencia de 1944, han sido siempre reacios a ingresar en la Unión Europea. No obstante pertenece al Espacio Económico Europeo (EEE) y a Schengen. Islandia, uno de los países más prósperos del continente hasta 2008, cuando se produjo la caída de los tres mayores bancos del país, pasó de no tener prácticamente paro a un 10 por ciento de desempleo. El 40 por ciento de su economía está basada en la pesca, uno de los temas que debe renegociar con la Unión Europea, su principal mercado. Tras dos años de depresión en 2011 tuvo un crecimiento del 3,1 por ciento y en mayo de este año la inflación se situó en un 5,4 por ciento.
Casi 236.000 islandeses están convocados a las urnas este sábado, en este país pionero en la defensa del derecho de las mujeres. Hay varios ejemplos, ahora una joven madre de familia se bate por la presidencia del país; Vigdis Finnbogadottir, fue la primera mujer del mundo en ser elegida democráticamente presidenta (1980-1996), la primera ministra Sigurdardóttir es homosexual, otra mujer preside el Parlamento -con un 43 por ciento de diputadas- y la iglesia luterana islandesa ha ordenado a su primera arzobispo.