Ha sido un martes complicado en los mercados financieros y en los despachos de Bruselas, unos y otros con la vista puesta en Irlanda. Los ministros del Eurogrupo se han reunido para presionar al antiguo Tigre celta para que acepte la asistencia del fondo europeo de 750.000 millones de euros, supere su crisis bancaria y, de paso, evitar el contagio a otros socios, Portugal, en primer término; España e Italia, después.
Pero Irlanda no quiere el rescate de Europa. Asegura que tiene fondos suficientes para hacer frente a los intereses de su deuda hasta mediados del año que viene y sólo a medias reconoce que sus bancos necesitan capital desesperadamente después de llevar el déficit público hasta el 32%.
La presión de la UE ha llegado hasta el punto de que el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, llegó a la reunión afirmando que se trataba de una «cuestión de supervivencia de la eurozona y de la propia Unión Europea».
Pero Irlanda no ha cedido. En la perspectiva del gobierno de Dublín está su propia supervivencia por encima de la de la UE y pedir ayuda al Eurogrupo es dar la victoria a la oposición en las próximas elecciones. De modo que los planes adelantados por Bruselas se guardan, de momento, o se plantean de una forma más suave.
Según ha anunciado el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, Irlanda sólo se ha comprometido a una negociación «corta y bien enfocada» con la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo «para determinar la mejor forma de aportar todo el apoyo necesario para hacer frente a los riesgos de mercado, en particular en el sector bancario».
Aún así, una misión técnica de esos organismos viajará a Irlanda para intensificar los preparativos si Irlanda finalmente pide el rescate y, en cualquier caso, se planifica ya un plan de rescate específico para la banca irlandesa, que ahora vive del capital prestado por el Banco Central Europeo y que ha recibido ya ayudas públicas por más de 250.000 millones de euros.
Portugal también ha comunicado al Eurogrupo que no tiene intención de pedir la ayuda del fondo de rescate. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, ha dicho que «los desafíos a los que se enfrenta Portugal son muy diferentes a los de Irlanda. En Irlanda hay un problema muy grave del sector bancario que se está contagiando a la deuda, mientras que en Portugal el sector financiero es relativamente resistente y sano».
En cualquier caso, se abren divisiones entre los miembros de la eurozona para salvar a países en crisis que, supuestamente, no hacen los deberes que se les imponen a cambio. El ministro alemán de Finanzas, Rainer Brüderle, ha dicho que la Unión Europea no puede «arrojar el dinero desde helicópteros» para respaldar a los países con crisis. Así que, han pedido a Portugal y Grecia que profundicen en determinados sectores para luchar contra la crisis de la deuda soberana.
El Eurogrupo ha cerrado la sesión con un comunicado en el que confirma su «firme determinación para actuar de forma coordinada para salvaguardar la estabilidad financiera de la eurozona si es necesario».