De momento, los sondeos pronostican un amplio respaldo al tratado de disciplina presupuestaria, que firmaron todos los países de la UE excepto el Reino Unido y la República Checa, ya que cuenta con el apoyo de conservadores, laboristas y centristas. Solo el Sinn Feinn de Gerry Adams está en contra.
El gobierno ya adelanta que un «no» en el referéndum impediría que Irlanda se beneficiara de futuras ayudas del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera y, sin salir del euro, quedaría fuera de las decisiones de la eurozona y perjudicaría su regreso a los mercados internacionales para buscar nuevas fuentes de financiación. Ahora Irlanda ha podido evitar su quiebra gracias al rescate de la UE y el FMI de 85.000 millones de euros.
El tratado internacional impone drásticas medidas de estabilidad financiera, contempla sanciones para los países incumplidores en los límites de déficit y deuda y obliga a hacer cambios legislativos para fijar el límite de gasto público. El viceprimer ministro, Eamon Gilmore, ha explicado ante el Parlamento que «el texto para enmendar la Constitución ya se está preparando para su publicación a finales de esta semana».
En dos ocasiones, Irlanda ha paralizado el avance de la construcción europea, al rechazar en las urnas los tratados de Niza y de Lisboa, aunque segundas consultas dieron el «sí» a Europa.