En la misma línea se ha pronunciado el primer ministro irlandés, Enda Kenny, quien ha añadido que «es un resultado decisivo para el pueblo, no para el gobierno o para algún partido político».
El pacto de disciplina fiscal fue suscrito en marzo por todos los países de la UE, excepto el Reino Unido y la República Checa, y obliga a los firmantes a introducir un límite de déficit del 0,5% del PIB en sus constituciones además de prever sanciones para los países incumplidores. Una vez firmado, se necesita la ratificación por los parlamentos nacionales e Irlanda es el único de los firmantes que lo somete a referéndum.
En cualquier caso, ante posibles parones nacionales, esta vez se tomaron precauciones. Se acordó que el tratado entrará en vigor cuando lo hayan aprobado 12 de los 17 miembros de la eurozona y que los Estados que no lo ratifiquen no tendrán acceso a las ayudas del fondo de rescate. Irlanda rechazó en referéndum los tratados de Niza y de Lisboa provocando un parón en las instituciones comunitarias.
Socialistas y conservadores irlandeses han defendido el sí al tratado. El presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, que lideró la campaña del no, ha dicho que el electorado ha ido con miedo a las urnas a aceptar un pacto que impone más austeridad. En su opinión, el tratado no contribuye a superar la crisis de la eurozona e incorpora a la Constitución políticas erróneas.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ha celebrado el resultado de la consulta y, ante el debate suscitado en la campaña irlandesa, ha reiterado la opinión del ejecutivo comunitario de que «estabilidad y crecimiento van de la mano y no podemos tener lo uno sin lo otro». Barroso considera que el sí es «un paso significativo hacia la recuperación económica de Irlanda y su lugar en el seno de la UE».