Amenazas de muerte contra periodistas búlgaros, informadores encarcelados en Turquía, precarias condiciones para cubrir manifestaciones en Grecia, intentos de establecer «leyes mordaza» para los medios de comunicación en Italia y Hungría... Las denuncias del informe anual de Reporteros sin Fronteras (RSF) alejan a la UE de los valores democráticos que exhibe. Aun así, otros países europeos siguen encabezando el ranking mundial de libertad de prensa, tras un año de censura y ataques a la integridad física de los periodistas en el mundo.
El informe de RSF de 2011 recoge casi un centenar de periodistas asesinados y más de mil detenidos mientras cumplían su labor informativa. Se reseñan además agresiones, amenazas, presiones y deportaciones a periodistas, blogueros e internautas, así como a los medios de comunicación.
La presidenta de Reporteros Sin Fronteras-España, Malén Aznárez, ha dicho en la presentación del informe, hoy en Madrid, que «hay demasiados ataques a los derechos humanos en el mundo en otros ámbitos, pero la denuncia sobre los ataques a periodistas no es corporativismo, es defensa de la libertad de prensa, porque sin ella no hay democracia».
Aznárez ha constatado la decepción que han provocado las «primaveras árabes», porque levantaron unas expectativas que no se han cumplido en el mundo de la comunicación y donde ha habido un afán creciente de censura, sobre todo, a través de internet y las redes sociales.
El periodista Aboubakr Jamaï, con todo, considera que en los nuevos regímenes árabes se da una evolución positiva que necesita ser vigilada estrechamente. Sin embargo, ha hecho una dura crítica de la situación de la libertad de prensa en su país, Marruecos, de donde salió después de ser perseguido, tras el cierre del semanario que fundó, Le journal hebdomadaire. «No hay periodistas muertos en Marruecos, pero se usan otras tácticas... La libertad de prensa ha sido prácticamente asesinada».
En Europa, RSF pinta una situación preocupante, en la que se ha ampliado la brecha entre los distintos países de la UE. Finlandia encabeza la calasificación mundial de la libertad de prensa, por delante de Noruega y Estonia, pero Grecia y Bulgaria siguen a la cola. Incluso en las democracias más consolidadas hay ataques a la libertad de expresión. Los intentos de Berlusconi por controlar a los medios en Italia o de reprimir la capacidad de los periodistas de investigación para indagar en los círculos próximos al poder en Francia han sido evidentes el año pasado.
Malén Aznárez afirma que la reacción de las instituciones comunitarias «ha sido tibia». Ante algo «inadmisible en un país de la UE» como la ley de medios húngara, se intervino después de protestas generalizadas. No se ha hecho nada en los casos de Grecia o Italia, al menos «no con la misma firmeza que se usa en asuntos que podrían considerarse menores».
Fuera de Europa, también es preocupante el caso de México. La periodista Rosa Isela Pérez, primera mexicana a quien se concede asilo en España, ha relatado historias de «crímenes, agresiones y censura», en un país donde el problema es «a quien acudir» para recibir protección.
Y algo más, la crisis económica. Dice la presidenta de RSF-España que «en la medida en que el periodismo de calidad se empobrece, se empobrece también la libertad de prensa».