Nadie en el sector duda de la gran aceptación que está teniendo la novela entre el público. Hasta la fecha, se han vendido 200.000 ejemplares en Francia; «un éxito apabullante», aseguraba la periodista literaria Marta Caballero durante la presentación del libro en el Instituto Francés de Madrid. «El diario Le Figaro la describe como una de las novelas de amor más hermosas que la literatura nos ha ofrecido en los últimos tiempos», aseguraba la periodista.
Inmersión narra, en forma de epístolas, el turbulento romance entre César, un periodista francés, y Paz, una fotógrafa asturiana. «Cuando decidí escribir este libro, lo hice como si fuera el último», reconoce Christophe Ono-dit-Biot, que ha tardado seis años en crear esta novela. «Pensé: 'si me ocurriera algo, ¿qué dejaría a mi hijo?; y quise dejar una historia de amor», añade. Aunque opta por alejarse de cualquier concepción empalagosa del romanticismo y en su novela este sentimiento no oculta los altibajos propios de cualquier relación.
La historia gira en torno a Paz. Ya desde el principio el lector es consciente de que ella está muerta, pero Christophe la resucita cuando su hijo comienza a sumergirse en la historia de sus padres para comprender las razones de su muerte. «Quería escribir una historia de amor, pero paralelamente también contar qué le ocurrió a esta mujer», explica el autor. Asegura que una de sus inspiraciones fue el mito de Orfeo y Eurídice». Tanto es así que el libro presenta a Paz como una heroína, «un poco como un hada». «Quería hacer un personaje de una mujer que perdurase en el recuerdo, que fuera real, y a la vez, mítica», reconoce.
Enamorado de España, de Asturias y de Europa
No es casualidad, además, que la protagonista sea española y asturiana. Christophe, que reconoce ser un enamorado de Gijón y de la sidra, quería crear una dicotomía entre sus dos personajes principales. «Elegí una española, porque creo que en España, se dicen las cosas más claramente, hay más energía y dinamismo», explica, lo que a su juicio contrasta con la personalidad irónica de los franceses. Reconoce que la sublevación de los mineros asturianos durante el franquismo fue determinante, porque es la imagen contraria a la que tienen los franceses de España. «Quería que fuese como un hada, pero a la vez explosiva como los mineros», confiesa.
Frente a la personalidad fuerte de Paz, el contrapunto es César, un periodista francés que tras años recorriendo el mundo para narrar catástrofes y conflictos, decide quedarse en Europa. «Para él es un jardín del Edén después de haber visto el caos», asegura. De hecho, Christophe ha querido dejar en este personaje la impronta de sus experiencias como periodista. «Los capítulos del tsunami del Sudeste Asiático y del Líbano están calcados de mi experiencia», reconoce.
Aunque Christophe Ono-dit-Biot nació en Normandía, lleva a gala pertenecer a la Unión Europea. «Me defino como europeo; no normando, ni francés; europeo», recalca; un sentimiento que también está muy presente en la novela. «Me interesa mucho la transmisión de valores europeos», asegura, y no duda en criticar a la ministra francesa de Cultura por haber reconocido que lleva años sin leer por falta de tiempo. «En Europa nos tendríamos que alegrar de que cualquiera pueda leer un libro o ver una película», reivindica. Y es que a su juicio, en un momento en el que prácticamente no hay tiempo para nada, «el único momento en el que volvemos a dominar el tiempo es con una obra de arte o con un libro».