En Francia han demostrado que son los que inventaron el «savoir-faire». Con total normalidad el matrimonio Sarkozy recibía en la que hasta ahora ha sido su casa, a la nueva pareja presidencial. Poco después y ya en su nuevo hogar, hemos podido ver al expresidente enfundado en zapatillas y chándal, corriendo por el parque de Bologne, en la capital francesa.
El tiempo ha marcado el primer día de Hollande en la presidencia francesa. Una vez jurado el cargo en el Elíseo cumplía con la tradición y rendía homenaje en el Arco de Triunfo, a los caídos en las guerras, bajo una lluvia que ha aguantado estoicamente. Con esa misma situación meteorológica ha visitado la tumba de Marie Curie y se ha dirigido al ayuntamiento de París, donde ha sido recibido por el alcalde de la capital, Bertrand Delanoë, un nombre que suena como futuro ministro.
En el hôtel de la ville ha nombrado a un viejo compañero de fatigas políticas nuevo primer ministro. Jean-Marc Ayrault, alcalde de Nantes, la séptima ciudad del país. Hollande ha elegido la carta de la fidelidad de un político de 62 años curtido en la política municipal y en el Parlamento, donde ha dirigido el grupo socialista desde 1997. Ese era el primer guiño a Alemania. Ayrault es un conocido germanófilo.
Una situación muy distinta ha vivido Grecia, que también celebró elecciones el 6 de mayo. A esa hora la presidencia griega anunciaban que no había acuerdo y que habría que convocar nuevas elecciones. El presidente Karolo Papoulias no ha conseguido sacar adelante su propuesta para que gobernara el país algún tecnócrata. No ha habido acuerdo posible. Las bolsas de Europa caían ante el temor de que la inestabilidad política helena lleve al país a salir de la zona euro.
No sólo la tormenta se llevaba por delante los esfuerzos de Papoulias, también el nuevo presidente francés sufría un susto cuando se dirigía a visitar a su vecina, Angela Merkel. Primera salida al exterior. El avión en el que viajaba ha sido alcanzado por un rayo y ha tenido que regresar a París, retrasando, que no impidiendo, una cita esperada y anunciada.
La otra imagen de la jornada llegaba a última hora de la tarde desde Berlín. Hollande tenía algo a su favor, Merkel ha perdido la fuerza política que aglutinaba hace unos meses. Acaba de sufrir un batacazo electoral en Renania del Norte-Westfalia. Pero hoy por fin Merkollande se convertía en una realidad. Los dos aparecían en rueda de prensa, para tranquilizar a los mercados y decir que compartían algún punto en común: la necesidad de potenciar el crecimiento económico los países de la UE, también que apoyan al gobierno griego para que no tenga que salir de la zona euro.
La última imagen del día la dejamos para la intensa agenda que tiene ante sí el nuevo presidente de Francia. En las próximas horas está previsto que nombre a su gabinete y el jueves mantendrá la primera reunión del consejo de ministros. Una vez visitado Berlín, el fin de semana viajará a Washington, donde se entrevistará con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y participará en Chicago, en las cumbres del G-8 y de la OTAN. En la reunión del G-8 defender su política de austeridad, potenciando el crecimiento económico sin sacrificar el Estado social. En la reunión de la OTAN, explicará la retirada de las tropas francesas de Afganistán.
La semana que viene le espera Bruselas donde hablará de una de sus promesas electorales, renegociar el nuevo tratado de la UE firmado a principios de marzo para incorporar al ajuste fiscal medidas de reactivación económica. Una renegociación a la que la canciller germana se opone de forma tajante, como se ha esforzado en recordar durante la última semana.